Qué significa soñar con una Montaña

La montaña que se levanta sólida y majestuosa hacia el cielo, casi como si quisiera unir lo que es terrenal con lo que es divino, es un símbolo de ascenso, de elevación psíquica y espiritual.
To­dos los pueblos de la tierra disponen de su «montaña sagrada» (el Olimpo para los griegos, el Sinaí para los judíos, el Garizim para los samaritanos, etc.) en la que los hombres importantes reciben la iluminación. Un ascenso a la montaña, más bien lleno de pre­cipicios que de cómodos senderos, revela el grado de dificultad del ascenso interior y la propia capacidad para superar los obs­táculos.
Trepar o ascender por una montaña expresa, para Freud, el deseo de tener relaciones sexuales; soñar que no se logra ascen­der denuncia problemas de naturaleza sexual, como la impo­tencia, la frigidez o la inhibición. La montaña, como también la colina, tiene para Freud relación con el vientre y el seno materno, es, pues, símbolo de la fecundidad y de la procreación.
Jung, más atento a la presencia del espíritu, ve en esta apari­ción onírica un progreso en la evolución individual, con especial referencia a la esfera psíquica.
En la interpretación popular, la montaña simboliza un proyecto importante. Será la modalidad de la escalada la que revelará si el éxito será fácil de conseguir. Una escalada dura, interrumpida antes de alcanzar la cima, habla del fallo de la empresa.
El descenso corresponde a una renuncia, pero si se produce rodando cuesta abajo significa que se han puesto unas miras de­masiado altas. Advertencia para los enamorados: soñar que se desciende de una montaña a la luz de la luna es muy favorable para las relaciones amorosas.
El más conocido de los intérpretes de la Antigüedad, Artemidoro, dice que las montañas son anuncio de tristeza, temores e in­quietudes, pero el árabe Gabdorahman sostiene que simbolizan grandes honores; significado menos favorable tienen las monta­ñas de paredes rocosas. De buen augurio es estar sentado en la cima. Soñar con una nueva montaña que surge anuncia, final­mente, el ascenso al poder de un hombre importante.