Por lo general el defecto a combatir es el de la impaciencia, que conduce a Aries a acciones impulsivas e irreflexivas.
Con la madurez, Aries llega a encontrar un equilibrio envidiable, aunque tenga que reprimir sus golpes de ira y su ímpetu.
La fidelidad no es su fuerte, pues prefiere dar siempre intensamente y pocas son las personas que pueden mantener su ritmo.
Generalmente concede gran importancia a las amistades, más que a las uniones afectivas, y el matrimonio irá muy bien si es la amistad la primera relación instaurada, llegando después al amor.
Son muy buenas sus relaciones familiares en la plenitud, pero a menudo tiene dificultades con la familia política, si esta pretende de Aries, por ejemplo, una ayuda desde el punto de vista económico y Aries se ve forzado a concedérsela.
Es preciso que quien esté cerca de él sepa reconocer siempre en él al jefe y al maestro, y de esta manera Aries, que desea sentirse importante y respetado, dará cuanto tiene de bueno.