Los nacidos bajo el influjo del Gallo suelen ser enérgicos, optimistas y, aunque muy extrovertidos, por lo general bastante solitarios. Los Gallos viven en su propio mundo de fantasía en el que se consideran héroes. Están convencidos de merecer una vida mejor que la que tienen, pero no siempre actúan como debieran para que sus sueños se concreten. Y en realidad podrían conseguir grandes cosas, porque son despiertos, hábiles y muy industriosos.
Tanto les apasiona el trabajo que a veces se sobrecargan de tareas y emprenden más de las que pueden realizar. Como son bastante egocéntricos, arrogantes y vanidosos, se creen mejores que los demás. No tienen nada de humildad y son incapaces de ver sus errores.
Es más, siempre se los achacan a los demás. Suelen mostrarse intolerantes y agresivos con quienes no comparten sus puntos de vista y son más egoístas que lo aceptable. Los Gallos suelen ser personas muy espontáneas, de esas que sueltan de pronto todo lo que les pasa por la cabeza sin importarles las consecuencias. No obstante, su temple no es a prueba de balas: si fracasan se hunden.
Aunque no sea más que por cambiar, todo lo nuevo es una tentación para ellos, pero no son precipitados en sus decisiones, ni se muestran dispuestas a abandonarlo todo por el mero hecho de innovar.