Aficiones de Capricornio

Escogen sólo aficiones que tengan un objetivo preciso y que al mismo tiempo puedan provocar la admiración de los demás. Es difícil que encuentren de pequeños una afición, porque los juegos de sus coetáneos no les interesan, no les gusta el juego como un único pasatiempo. Por lo tanto, muchos de ellos empiezan muy pronto a coleccionar sellos, a continuación monedas antiguas y objetos de anticuario puesto que el pasado y la historia ejercen sobre los Capricornio una gran atracción. De adultos, en cuanto los medios lo permiten, buscan una parcela de tierra donde poder desahogar su pasión por la jardinería.
Uno de sus mayores placeres es retirarse a un rincón acogedor donde, en el silencio de la noche, sumergirse en la lectura de las religiones comparadas, de los ritos y de las órdenes iniciáticas. En esos momentos se olvidan de todo lo que les rodea y finalmente tienen la mente libre de toda preocupación; sólo en la soledad y en el silencio consiguen cargarse de energía físicas y psíquicas.
Otra afición que les distrae del mundo, aunque más material, es la de la mecánica; arreglar viejos artilugios, de cocina o de otro tipo, es para ellos una gran diversión; además, se sienten muy satisfechos cuando consiguen hacerlos funcionar, especialmente si han triunfado allí donde los demás habían fracasado.
También la música les fascina mucho porque poseen un buen oído musical. Les gustan los conciertos, la ópera y sobre todo la música clásica o, por lo menos, la melodía que pertenece más al pasado que al presente. Su nota es el La.
Para los Capricornio la raíz de mandrágora es un potente talismán, especialmente si la han cogido los interesados, un trabajo nada fácil por cierto y que puede presentar inconvenientes. De hecho, a propósito de esto, hay una historia popular que dice: «Para poder extraer la raíz de mandragora, que parece estar clavada en las profundidades de la tierra, se tiene que atar un perro al árbol en una noche de luna llena y, alejándose un poco, se tiene que llamar al perro para que venga. El esfuerzo ejercido por el animal para alcanzar a la persona consigue extraer la raíz de la tierra, pero es necesario taparse las orejas para no escuchar el terrible grito que la mandragora lanza al entrar en contacto con el aire, de lo contrario es posible volverse loco».