El niño Capricornio

El niño Capricornio es uno de los niños más juiciosos de todos los signos: no coge berrinches, es obediente y no pretende tener una atención constante por parte de los padres o de quien se ocupa de él.

Se distingue de los demás niños desde muy pequeño mostrándose inteligente y capacitado. Pero no juega con sus coetáneos, no hace confidencias a nadie y por ello los compañeros de clase lo dejan a menudo sólo, considerándolo poco sociable, alguien a quien no le gusta el alboroto y las diversiones usuales. Obtener su confianza es un privilegio raro, pero cuando establece una buena relación con otro niño y lo considera su amigo haría cualquier cosa por él.

Las defensas que crea a su alrededor, la inseguridad, el pensamiento de no merecer el mismo afecto que se les da a los demás, son una continua fuente de ansia para él. Incluso sus padres tienen problemas para entenderlos a veces, mientras son precisamente ellos los que deberían enseñarle la alegría de vivir, ser afectuosos, hacer que se sienta importante y establecer con él, desde muy pequeño, un diálogo serio basado más en el amor, la amistad y la comprensión, que sobre su autoridad.

En la escuela se esfuerza con ardor y, aunque le falta fantasía e imaginación, posee una fuerte capacidad de concentración y una óptima memoria; los éxitos los conquista por mérito propio.
El niño Capricornio no conoce la despreocupación infantil y desarrolla muy pronto intereses personales que lo absorben tanto que lo alejan casi del resto del mundo. En cualquier caso tiene el tiempo de su parte, de su confusión emocional nace lentamente una persona madura, encaminada hacia múltiples éxitos.