Neptuno

Neptuno representa la disponibilidad del hombre para la transformación, el proceso de metamorfosis interior que refleja los cambios y la evolución que han tenido lugar en el planeta Tierra. Neptuno es un planeta colectivo, que pone al hombre en relación con el incesante cambio del mundo que lo rodea en todas sus multiplicidades, con todo lo que es desconocido, distinto, lejano, hasta llegar al plano de consciencia más elevado, el espiritual (se trata de hecho del planeta del misticismo y del espíritu religioso). Por lo tanto, plantea preguntas existenciales, suscita la inquietud que empuja hacia metas desconocidas, el deseo de ultrapasar las barreras de las reglas banales para llegar a una verdad más absoluta. En los casos más felices, Neptuno afina extraordinariamente la sensibilidad, enriquece la imaginación y muy a menudo estimula la creatividad y el sentido artístico, aporta intuición e inspiración genial. Pero la exigencia de cambiar, o de evadirse de la realidad, puede encontrar formas de expresión menos armoniosas. En ciertos casos, Neptuno puede inclinar al fanatismo religioso o político, o bien suscitar miedos irracionales, depresiones, y angustias existenciales. El planeta gobierna todo lo que es maravilloso y fantástico, y también la ilusión forma parte de su reino: bajo la influencia neptuniana puede resultar difícil distinguir nítidamente la realidad, el engaño y la desilusión pueden ocultarla como la niebla. Para aquellos que saben descifrar su lenguaje, Neptuno envía intuiciones iluminadoras, que guiarán el camino hacia el conocimiento. La persona caracterizada por una dominante neptuniana es tranquila, profunda, parece estar poco presente en la realidad, transportada por sus pensamientos; dotada de escaso sentido práctico, es sentimental, sociable, a veces sugestionable y melancólica.