Representa el deseo de avanzar, de vencer las dificultades de la vida. Un sueño en conjunto positivo, especialmente si el nadador nocturno no encuentra dificultades.
Nadar es, para Freud, una de las representaciones oníricas de la relación sexual.
El análisis de Jung ve en el agua un símbolo tanto de nacimiento como de muerte; específicamente, atravesar a nado un río o un tramo de mar puede simbolizar un funeral.
En lo que respecta a la interpretación popular, tiene importancia el aspecto del agua en la que se nada: el sueño es positivo si está limpia, pero si está sucia anuncia dificultades que serán transitorias sólo si se sale del agua. Es indicativa la forma de nadar: si se hace con facilidad quiere decir que se tiene a disposición un terreno favorable para ejercitar las actividades propias; nadar, en cambio, con dificultades indica que se corre el riesgo de cometer alguna imprudencia y verse implicado en asuntos arriesgados.
Sumergirse indica que se ha tomado una decisión demasiado apresurada, mantenerse sumergido en el agua significa que no se ha encontrado el sistema de superar las dificultades, sin embargo, si se encuentra una barca o una boya se podrá salir de los problemas.
Los intérpretes de la Antigüedad dicen que nadar en aguas tranquilas es siempre positivo; por el contrario, si las aguas son procelosas el sueño indica que en la vida cotidiana el soñador también se está moviendo en situaciones difíciles; atravesar a nado aguas sucias hace presagiar sufrimientos de todo tipo.
Bañarse en un río es un excelente augurio, siempre que se nade en la superficie; bajo el agua, el augurio es desfavorable. Quien sueña que se ahoga caerá víctima de la perversidad. En conjunto es más positivo atravesar a nado un lago o un río que nadar en medio del mar, lejos de la orilla.