La sangre, vehículo de vida, representa la fuerza vital, las ardientes pasiones y los impulsos carnales, pero también el odio, la rabia y la violencia. La sangre que mana de las heridas oníricas es síntoma de sufrimientos del alma, y nos avisa de que el equilibrio psíquico está turbado y reclama la atención sobre una situación ignorada o comúnmente reprimida.
Se trata de heridas interiores que quieren salir a la luz y que se sirven del sueño. Significa también miedo a enfermar o a sufrir accidentes y traduce el temor a ser vulnerable. Este símbolo aparece a menudo en los sueños femeninos unido a la pérdida de la virginidad y al flujo menstrual. No está excluido que los sueños de sangre precedan a una verdadera hemorragia.
Para Freud, este símbolo es representativo del semen masculino. Jung asocia el simbolismo de la sangre al del fuego y la purificación.
La interpretación popular asocia sangre a riqueza y dice que si mana roja y abundante de una herida es anuncio de un importante regalo; si es de color oscuro y de consistencia viscosa serán, en cambio, problemas debidos a la situación financiera y social lo que se presente. También esputar o vomitar sangre se considera de mal augurio: habrá problemas en la familia o de salud. En cambio, soñar que se extrae sangre a un animal o a un enfermo es indicio de una inminente riqueza y de una mejoría en el estado de salud.
Para los intérpretes de la Antigüedad, soñar con esputar sangre hace presagiar una discusión entre los mismos miembros de la familia. Para un pobre, vomitar sangre es, en cambio, un buen presagio: significa que recibirá mucho dinero. Los antiguos intérpretes sostienen que beber sangre preludia la muerte de los adversarios; en cambio, si la sangre cae al suelo, se deberá temer la muerte de un hijo. Soñar con sangre anormal es anuncio de sufrir una enfermedad.