El gallo es el símbolo del paso del tiempo, del renacimiento y de la vida eterna; encarna la precaución y la vigilancia, y quizá precisamente por eso encontramos su simbología en los campanarios de muchas iglesias. Por su porte y por su forma de actuar representa también la fiereza, la valentía, la combatividad y la voluntad. Cuando aparece en sueños indica el comienzo de una etapa en la vida del soñador. Serán las circunstancias las que determinarán de qué etapa se trata.
El gallo es, en la interpretación de Freud, la sensualidad masculina privada de todo sentimiento.
En la interpretación de Jung, que hace referencia al despertar del sol anunciado por el canto del gallo, es el símbolo de una luz que nace, de un nuevo conocimiento.
La interpretación popular nos dice que el gallo representa al jefe de familia; pero también es la representación de una virilidad incontenible, carente de cualquier sentimiento. Soñar con un gallo rodeado de gallinas representa el anuncio de un éxito en el amor; oír su canto es favorable para la marcha de los negocios; en cambio, capturarlo indica litigios futuros. Ser acometido por un gallo nos dice que se sufrirá una derrota en una disputa; ver a dos gallos que combaten es un presagio de separación con un amigo; comer gallo anuncia futuros problemas.
La voz de los intérpretes de la Antigüedad da a esta ave un significado masculino, y su aparición en los sueños se ve favorablemente. Es presagio de un aumento de los recursos dinerarios personales y de buenas ayudas para administrarlos. Capturar un gallo anuncia un litigio en familia en el que será necesario imponerse. Oírlo cantar es un presagio agradable de éxito en el amor.