El pájaro es símbolo del pensamiento, de las tendencias y de los deseos, y el nido que lo protege representa al alma. Un pájaro que vuela entre las paredes de una casa, a la desesperada, busca una vía de salida y simboliza un pensamiento, una preocupación que le obsesiona y de la que se querría liberar. Lo mismo sucede si uno o más pájaros hacen inútiles intentos en una jaula por volar rápido: hay problemas irresolubles. Pájaros que mueren de frío o muestran las alas rotas son la imagen de un alma prisionera, herida e infeliz.
Para Freud, el pájaro simboliza el macho y el órgano sexual masculino, y expresa el deseo de realizar el coito amoroso. Para una mujer, escuchar en sueños el canto de los pájaros significa que se deja seducir.
Para Jung, el pájaro es la imagen del alma, cuyo ideal es la libertad perfectamente representada por el vuelo libre de este animal.
La interpretación popular ve en este símbolo un buen presagio. La captura de un pájaro vivo predice una nueva amistad; se escapa pero no se produce una ruptura.
Un pájaro que intenta huir de su jaula representa un estado de angustia; si está herido o muerto significa que se tendrá un disgusto de amor. Una pareja de aves son portadoras de felicidad y significa que viviremos un acontecimiento dichoso si se llevan pronto a sus crías de su nido. Una bandada de pájaros que vuela a gran velocidad a nuestro alrededor es muestra de una importante amenaza que se cierne sobre el soñador.
Entre los intérpretes de la Antigüedad, el Talmud ve en el pájaro un mensajero de paz. Artemidoro hace una distinción entre grandes y pequeñas aves: las primeras llevan fortuna a los ricos, y las segundas, a los humildes. Para los intérpretes egipcios, asistir a la caza de pájaros era señal de muy mal augurio. En la Biblia, Daniel afirma que capturarlos anuncia felicidad pero si intentan levantar el vuelo indica que se sufrirán daños. También los antiguos atribuyen a este símbolo un significado sexual.