La columna, como elemento portante de una construcción, es un símbolo de apoyo sólido y seguro. Las columnas se vinculan a las fuerzas vitales del soñador que le dan un apoyo estable. La validez y la fuerza de este soporte vienen definidas por su propia estructura, su número y el estado de conservación. Columnas rotas o incluso caídas indican que hay una desincentivación, una falta de vitalidad en el propio armazón psicofísico.
Freud da una versión sexual de este símbolo por su forma fálica. Jung, más sensible al mundo de lo espiritual que al corporal, ve en la columna la representación de las funciones espirituales, subrayando que es ideal el sueño en el que aparecen cuatro, porque revela un perfecto equilibrio entre todos los componentes de la personalidad.
La columna es, para la interpretación popular, un símbolo de poder y elevación. Representa a las personas que tienen un papel de sostén, es decir, el soberano, el jefe y el padre. Soñar consigo mismo encima de una columna anuncia una renovación; caerse indica, en cambio, que se tendrá una pérdida de popularidad. Una columna rota anuncia un periodo desastroso.
Los intérpretes de la Antigüedad equiparan las columnas a los hijos; si estos vencen significa que los hijos del soñador serán loados por sus cualidades. Un dictamen infausto se da, en cambio, si las columnas se queman. Si el incendio es provocado por el amo de la casa significa que matará a sus servidores. Sustituir las viejas columnas equivale a una renovación del servicio. Si las que se caen son las de un gran palacio se prevé la desaparición de un personaje importante. Finalmente, soñar que se abraza una columna hace esperar que pronto se recibirá una gracia divina.