La mujer desconocida que aparece en el firmamento onírico de la soñadora simboliza la parte no conocida de su personalidad psíquica.
La mujer del sueño representa para el soñador la personificación de las tendencias de carácter femenino que existen en su inconsciente, tales como sentimientos, sensibilidad, intuición, inestabilidad, narcisismo e irracionalidad, es decir, todo aquello que se contrapone a su yo consciente racional y masculino.
Este aspecto de la personalidad psíquica inconsciente, que Jung denomina ánima, viene determinado por las experiencias, sobre todo infantiles, tenidas con la madre, la hermana, la maestra o la amiga. Si estas experiencias fueron vividas de forma positiva, entonces el ánima se manifiesta en el sueño con un aspecto placentero: la mujer ideal, el hada, la princesa, la diva o la heroína.
Si, en cambio, fueron experiencia negativas, entonces la figura femenina será desagradable o tendrá un significado negativo: en sus sueños el hombre verá aparecer a la bruja, o a una mujer misteriosa, tentadora, lujuriosa y fatal.
En todo caso, sea cual sea la semblanza onírica que adopte, el ánima siempre tiene un papel positivo porque adopta la función de mediadora entre el consciente y el inconsciente, sacando a la luz las pulsiones que habían sido encerradas en lo más profundo de este.
Para Freud, la mujer onírica remite a la sexualidad. La mujer del sueño simboliza para la interpretación popular la verdad si es hermosa, pero si es fea, la maledicencia; amable, la felicidad; triste, los celos; descarada, la imprudencia; disfrazada, el fraude, e irascible, la injusticia. Si la mujer viste ropas deslucidas anuncia la pobreza. Si es vieja hace presagiar pérdidas; desconocida, nuevos conocidos, y si es joven, la felicidad. Finalmente, soñar con un grupo de mujeres indica habladurías.
La tradición de los intérpretes de la Antigüedad ve representados en estos símbolos los negocios, que serán especialmente prósperos si se trata de una mujer desconocida. Una mujer hermosa invita a avanzar en los proyectos propios; una fea, advierte de la necesidad de cambiarlos; una mujer vieja representa que alguna cosa se acaba.