La serpiente es un símbolo onírico importante porque encarna fuerzas muy primitivas que pueden ser tan peligrosas como saludables. La serpiente puede ser símbolo del pecado, del mal y de las pasiones negativas, como el odio, la envidia, los celos y la desenfrenada necesidad de sexo. Es también símbolo de renacimiento, de renovación (la serpiente cambia de piel), de transformación psíquica y de curación (el mítico dios de la medicina, Esculapio, tenía como símbolo una serpiente enrollada alrededor de un bastón).
La serpiente simboliza la libido, es decir, la fuerza vital que comprende tanto la energía sexual como la energía psíquica: emblema, en definitiva, de la fuerza. Soñar con muchas serpientes indica la existencia de grandes fuerzas psíquicas de las que todavía no se ha realizado la unidad. Si están enmarañadas expresan estados de confusión interior y energía no bien canalizada.
Ser mordido por una serpiente significa que un impulso vital del inconsciente amenaza con «morder» la personalidad si se toma bien pronto en consideración y se utiliza el yo consciente. Una serpiente que se muerde la cola denuncia la incapacidad para hallar soluciones a un problema. Es importante prestar atención a la simbología del color: una serpiente blanca representa las energías espirituales, roja simboliza el instinto sexual y marrón se identifica con el órgano creador viril.
La serpiente es en los sueños femeninos, si está acompañada de sensaciones angustiosas, un claro indicio del miedo al encuentro con la sexualidad masculina. Serpientes negras, amarillas y también rojas están vinculadas al oscuro dominio de energías negativas.
Freud identifica en la serpiente la virilidad, al hacer una especial referencia a su forma y, en un sentido más amplio, a la fuerza creadora masculina. Jung dice que la aparición de la serpiente es un signo de que en el inconsciente está ocurriendo alguna cosa importante que puede ser positiva o negativa; puede también ser representativa del conflicto entre conciencia e inconsciencia.
La interpretación popular dice que una serpiente en la cama es señal de una relación amorosa con una persona malvada. Hallarla escondida en un lugar inaccesible significa que se está dando hospitalidad a un delincuente y verla en una actitud amenazante señala la presencia de enemigos. Matar a una serpiente es signo de victoria sobre quien quiere el mal; comerse su carne es señal de lograr un triunfo sobre el adversario; una serpiente que muda la piel significa renovación de las energías.
Los intérpretes de la Antigüedad veían la serpiente como un símbolo masculino, en referencia a su forma. Al ser falsa y venenosa simboliza también al enemigo. Según en qué casos puede representar la fecundidad, a la mujer o al hijo. Para Artemidoro soñar con serpientes es presagio de enfermedad o de falta de amistad, pero sostiene que su mordisco y su enroscamiento son favorables. Una mujer que sueña con un momento de placer junto a una serpiente seguramente será infiel.