Escorpio es el octavo signo del zodiaco; al estar estrechamente unido el significado de los distintos signos, es necesario volver a Aries, al principio.
La energía se manifiesta y es Fuego en estado puro. Es primavera y todo es alabanza hacia la fuerza que procrea, hacia la vida. En Tauro tenemos la expansión de la materia, el calor del Sol de mayo es el ideal porque acoge y tranquiliza, la Tierra es maternal y protectora.
En el elemento Aire de Géminis la energía se eleva, se diferencia y crea los opuestos. En el Agua de Cáncer se expresa el concepto simbólico de gestación y parto, de útero que recoge en sí para luego dar a luz.
Leo es el quinto elemento: en la plenitud del verano simboliza la afirmación de la Consciencia, del Yo, energía de Fuego que organiza y dirige y que en Virgo, que sigue, asume función selectiva, se desnuda de fuerza primaria natural y busca salidas intelectuales.
El otoño empieza en Libra y el equinoccio equipara las energías nocturnas y diurnas; se trata del signo del equilibrio que nos deja y anuncia al Escorpio. Del 23-24 de octubre al 22 de noviembre aproximadamente el Sol entra en el signo y empiezan, en perfecta analogía, una serie de acontecimientos materiales y psíquicos que nos devuelven a los conceptos básicos de involución, disolución, transformación y renacimiento. Las formas materiales buscan resguardarse, la manifestación ya no es de esta época, sólo las tinieblas y la oscuridad congenian. Y el escorpión, animal antiguo, de aspecto inmutable, ¿no vive en los recovecos, escondido? Cuando la opción es mantenerse oculto se produce la debilitación del afirmativo, del Yo, la consciencia individual se expande para abrazar al inconsciente y lucha para no verse sometida. Si se produce la transformación, el premio es el renacimiento a un nivel más elevado de la consciencia. Se trata del Escorpio que se transforma en águila; la oruga que madura en la oscuridad del capullo para adquirir otro aspecto y otra potencia: del inherente arrastrarse a la ligereza del vuelo.
El simbolismo está claro: se trata de la trascendencia del propio ser, esclavo de los instintos para alcanzar, a través de la sublimación, la satisfacción de las pulsiones.
Otras representaciones antiguas del signo son el Ave Fénix, el pájaro sagrado de los egipcios. Cuentan que era similar a una gran águila con plumas variopintas, originaria de Etiopía donde vivía durante quinientos años o, según algunos, incluso durante más tiempo. Cuando sentía que llegaba al final de su existencia, este fabuloso pájaro se construía un nido de plantas aromáticas, se estiraba encima como si estuviera en una hoguera y moría quemado. De las cenizas renacía y volaba hacia Egipto, a Heliópolis, en el templo del Sol donde le consagraban. Luego volvía a Etiopía para vivir una nueva y larga vida. Se cuenta que se alimentaba de perlas de incienso de las que es famoso su poder purificador y el uso que de ellas hizo la Iglesia antigua, en la liturgia funeraria, en señal de respeto hacia los difuntos. Aparece de nuevo el tema del renacimiento después de la disolución material en el octavo signo astrológico. De la misma forma que queda clara la atribución de la muerte transformadora (la XIII carta del Tarot está vinculada a Escorpio) también queda clara la analogía con las pulsiones creativas más fuertes puesto que el Agua es vida y Escorpio es un signo de Agua, pero no del Agua de los mares en perenne movimiento, asociada a Piscis, ni del Agua manantial del Cáncer; la tradición nos envía al Agua estancada, pútrida y más que nunca fértil y vital bajo la aparente inmovilidad.
Incluso el líquido seminal está asociado a Escorpio: la vida en estado potencial, la potencia de generar.
Después de descubrir el planeta Plutón el 23 de enero de 1930, quedó clara su atribución al signo puesto que la referencia mitológica no deja lugar a dudas. A Hades (el invisible) le tocó el gobierno del Averno, el reino de los muertos, cuando se decidió la división del Universo con Zeus y Poseidón. Hades-Plutón, sintiéndose sólo en el reino de los muertos, raptó a Perséfone y la convirtió en su compañera. Deméter, madre de Perséfone-Kore, la buscó desesperadamente durante nueve días y nueve noches, recorriendo la tierra y el mar, hasta que Helio le indicó quien era el secuestrador. Enloquecida por el dolor de la pérdida de su adorada Kore, Deméter abdicó de sus funciones de fertilidad y fecundidad; la Tierra se volvió de esta manera estéril y el ciclo estacional se trastornó. Se llegó a un pacto y Perséfone pasó la mitad del año, de la primavera al otoño, al lado de su madre en el mundo de los vivos, y la otra mitad con su esposo en el reino de las tinieblas. Esta es la dialéctica universal; de esta forma están representados el simbolismo estacional, la alternancia del día y de la noche, de la vida y de la muerte.
Pluto (el rico) de los griegos nos acerca al concepto de riqueza-fertilidad del Agua-Escorpio; también su unión con Kore-Perséfone, protectora con su madre Deméter de la siembra y de la recolección, nos lleva hasta los significados de abundancia y fecundidad.
También en el mito de Orion están presentes claras analogías con la temática de los instintos violentos de Escorpio. Dos episodios son pertinentes: uno narra que Orion, embriagado por el vino, poseyó a Merope, hija de Enopione. El padre de la joven lo dejó ciego como castigo; recuperó la vista en Lemno, gracias a Cedalione que lo guió hacia el Sol (luz interior). Orion, buscando a Enopione para vengarse (ningún Escorpio renuncia a la venganza) llegó hasta la isla de Creta, donde encontró a Artemis, diosa de la caza. También esta vez sucumbió a sus instintos e intentó profanar a la diosa: de la hendidura de la Madre Tierra apareció un Escorpio que, con su dardo venenoso, atacó a muerte al bello cazador Orion.
La constelación en el cielo le recuerda a él y al animal que lo mató. Orión-Escorpio se autodestruye, su propia parte más instintiva…
El glifo del Escorpio da bien la idea del dardo venenoso del animal: TTU el último palo, de hecho, está doblado hacia el exterior preparado para atacar. Desde siempre se ha temido a este animal: su aspecto es espeluznante, ataca de improviso y muy a menudo su veneno puede ser mortal.
También la serpiente está asociada al signo puesto que se deshace de su piel para adquirir una nueva. Del águila ya hemos hablado, y es clara la analogía con el tipo de Escorpio que se ha adelantado, que ha trascendido su naturaleza instintiva. El Ave Fénix renace de sus cenizas, así como el individuo renace de sí mismo después de haber tocado el fondo de su ser. Los símbolos y los mitos de los que hemos hablado nos han conducido a indagar los temas relacionados con el Escorpio; también nos han indicado los recorridos a través de los cuales la tipología del Escorpio debe atravesar para alcanzar significados de vida más elevados.