Amante del monólogo propio y enemigo del ajeno

Deberá estar preparada para escucharle con evidente interés, interrumpiéndole sólo de vez en cuando y sólo como muestra de que se está participando de cuanto dice, pero ofreciéndole estímulos para que siga.
Esto le encantará.
No se tema dejarle hablar demasiado, porque el monólogo le subyuga cuando es propio, aunque lo desdeña cuando es ajeno.
Y, ante todo, se le deberá dar la impresión de ser hermosa, original, insustituible, la única mujer verdaderamente excepcional que jamás ha podido conocer. Si él llega a pensarlo así, quedará conquistado.

Signo Géminis