Comentarios sobre el tercer azote

Ya hemos señalado que Castor y Pólux son Dióscuros cuando se les designa en relación con la semilla de Júpiter, y Tindáridas cuando se considera la paternidad de Tíndaro. Esta realidad, divina y humana dividida en dos personalidades inseparables, ha dado lugar a la infinita serie de conflictos entre los hombres.
De Geminis son la mayoría de los pueblos negros. Y de Geminis son asimismo los blancos más emocionalmente indispuestos a admitir que los negros son sus iguales.
De hecho, en los círculos concéntricos del afecto personal el trato más alejado en la mente del hombre blanco corresponde al de la realidad del hombre de color.
Geminis aporta el símbolo de la justicia
Por todo lo dicho, puede parecer insólito que el concepto universal de la justicia descanse sobre columnas mercurianas. Las columnas que desde el Partenón se han hecho transmitir de generación a generación entre los iniciados como distintivo de los palacios de los tribunales supremos de naciones y ciudades, en su mayoría están regidas por Virgo o por Sagitario, pero, particularmente por Geminis, domicilio de Mercurio. En efecto, estos edificios muestran por lo menos su fachada dominada por estas columnas anunciadoras de la naturaleza sobrenatural y humana de la justicia que en ellos se imparte. Lo divino y lo humano individualizado por los Dióscuros es en el propósito casi sobrehumano de leyes y tribunales, la representación más perfecta del propósito de dar o quitar según criterios humanamente armonizados con el concepto de la divinidad.
La luz zodiacal y su eterno significado
Hay que observar que sobre estas columnas descansa un triángulo, tímpano o frontón que desde los tiempos del antiguo Egipto no sólo
es representación de la luz zodiacal, sino del zodíaco mismo en su esencia. Representa a los doce signos, por lo que abarca a la totalidad de la especie humana en todas sus condiciones, caracteres y peculiaridades. Los egipcios dispusieron este triángulo en sus templos, pero desde los griegos y los romanos se generalizó el propósito de hacerlo formar parte distintiva de los palacios de justicia montado sobre los pilares mercurianos.
También es el triángulo en cuyo centro suele representarse el ojo divino. Algunos, erróneamente, lo han interpretado como alusivo a la Trinidad católica, pero la realidad es que se trata de un símbolo con bastantes más milenios que hace referencia a la luz zodiacal, por lo que ha de interpretarse como vigilancia divina entre todos los seres humanos sujetos al Zodíaco.
Ejemplo clásico de tal propósito arquitectónico fue el templo de Artemisa en Éfeso, incluido en la suma de las siete maravillas del mundo y que, por la extraña ley de que los extremos se tocan, fuera destruido por un descalificado mental en el año 356 antes de Cristo.
Algo más sobre la luz zodiacal
La luz zodiacal es el aura terrestre que se hace visible en determinados puntos y condiciones. En algunos países europeos, particularmente en los de clima benigno, es apreciable al caer la tarde como un cono de tenue fulgor que en primavera y en invierno se eleva por el oeste. En verano y otoño se le ve por el este antes del amanecer.
Pero es en el Ecuador donde se aprecia más su radiante majestad. Los aztecas y los mayas reconocieron su trascendencia sobrenatural y la reverenciaron. Pero en la actualidad trata de reducírsele a una explicación simplista, considerando sólo parte de su naturaleza, como serían las versiones de que sólo es una faja de polvo cósmico que se desplaza en torno al Sol, o materia nebulosa situada en torno a la Tierra que refleja los rayos solares. De cualquier manera, independientemente de que en lo físico pueda haber en esto algún acierto, no basta una teoría tan pobre para explicar la reverencia que le profesaron los grandes magos e iniciados, profundos conocedores de la mecánica universal que, pese a cualquier evidencia de los sentidos, siempre será de potencia esencialmente espiritual.

Signo Géminis