Complejidad no es un concepto fácil, pero puede dar la idea de la naturaleza afectiva de los nativos de Géminis. En cada uno de los Géminis hay dos fases distintas, que deben armonizar entre sí y de las cuales una es el polo positivo y la otra el negativo. Una parte está siempre a la caza de aventuras y emociones; la otra es fría, distante, razonadora e irónica en relación con sus propios sentimientos, de manera que pueden verse como lo haría otro incluso en el acto de cometer errores.
En este último caso su rapidez mental la aplican a idear la mejor de las justificaciones, pudiendo llegar en esto a las máximas cumbres del ingenio y alcanzar conclusiones tan sorprendentes como la de que no cometieron un error, sino que han tenido un acierto o han realizado un acto de profunda comprensión y justicia, o que les ha tocado vivir una situación excepcional que no sólo no podrá volver a repetirse (y se repetirá), sino que en vez de reproche merecería más comprensión y apoyo, o algo por el estilo.
No es posible buscar cuál de las dos es la verdadera parte de la naturaleza de Géminis, porque ambas son verdaderas y componen la totalidad de su inconfundible pero imprevisible idiosincrasia. A veces las dos partes de la personalidad se corresponden en una tentativa de fusión, y éste es el mejor de los casos.
A veces se alternan en un cambio continuo de humor, de deseos, de emociones, creando una personalidad muy inestable.
En otros casos, una parte del yo geminiano protege a la otra y, finalmente, en otros una de ellas traiciona o rechaza a la complementaria.