En su Doctrina Secreta, Madame Blavatsky asegura que el fuego es un «principio divino» -y no simplemente un elemento más de la naturaleza- y que la llama que vemos ascender actúa como vehículo del Espíritu Supremo.
Ninguna definición nos resulta más adecuada que la expuesta por Blavatsky, para hablar de la realización de plegarias, rituales y actos mágicos con velas, pues la llama de éstas nos conducirá directamente al Supremo para que se hagan realidad nuestros deseos.
Y es que el fuego puede considerarse el fenómeno más directamente asociado a lo sagrado: desde tiempos prehistóricos ha tenido un lugar especial en las religiones y se lo ha relacionado de manera directa con el Sol como fuente de poder y símbolo de la divinidad.
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