Cómo llevar a cabo rituales con la bola de cristal

Este es, principalmente, el material que tenemos que conocer y que debemos tener para las operaciones mágicas y ocultas, si no queremos encontrarnos con sorpresas desagradables. Si lo tenemos todo preparado, podremos trabajar con más tranquilidad y eficiencia.
Esfera o globo: Tendrá que ser de cristal, sin apertura y sin ninguna sombra en su interior.
Lamen: Mesita baja con tres patas, o bien un paño de seda o de satén negro, que tenga grabados en oro, formando un círculo, los nombres sagrados.
Soporte de madera o almohadón: El almohadón tendrá que ser de satén negro, ya que el negro es un «no-color» y, a diferencia del blanco, tiene características negativas en la absorción de los reflejos. Para el ritual de curación, el almohadón tiene que ser de satén rojo.
Velas: Tendrán que ser de cera virgen de abejas y coloreadas sólo por fuera. Los colores tendrán que variar según los rituales en los que hay que utilizar las velas. La vela podrá ser, por tanto: Vela blanca: Está relacionada con la Luna, y se usa con la bola para todo tipo de ritual referente a viajes, travesías, amor y reconciliación, mensajes de toda clase.
Vela roja: Está relacionada con Marte, y se enciende para todas las invocaciones y los rituales referentes a: éxito (en el amor y en el trabajo), fortuna, cuestiones de carácter militar.
Vela verde: Está relacionada con Venus, la diosa del amor, y se usa en los rituales referentes a las uniones duraderas, a la amabilidad, al placer (empleado aquí tanto como sustantivo como verbo).
Vela morada: Está relacionada con el planeta Saturno, y se usa para todos los problemas referentes a la salud del individuo; asimismo, se emplea en las sesiones mediánicas para que los espíritus familiares hablen con alguno de los participantes en las sesiones contemplativas mediante el globo (véase, al respecto, el capítulo correspondiente).
Vela azul: Está relacionada con el planeta Júpiter, y en las operaciones mágicas propicia y favorece los honores y las riquezas, la amistad y la saludfísica.
Vela dorada: Esta vela especial está relacionada con el Sol (el oro de los alquimistas), y se usa para todos los problemas de éxito personal
Vela negra: Esta vela no está relacionada —como su color podría erróneamente hacer pensar— con la magia negra, sino con Lilith (la primera mujer, la primera esposa de Adán, la Luna Negra), que representa ese drama todavía poco conocido que salpica la presunta irreconcilia-
bilidad entre cuerpo y espíritu, razón e instinto, «masculino» y «femenino», el secreto tormento del eros masculino y del anhelo femenino, que tienden a recuperar, en un rescate amoroso, su total realidad en la unidad.
La imagen de la vela encendida —perfección física de la expresión de la luz— es el núcleo central del que irradian incansablemente los símbolos que conducen a la luz del alma y del intelecto. Por eso, las velas se tienen que utilizar, en toda práctica mágica o mística, como soporte para todo ritual o plegaria: el objetivo es el de realizar nuestros deseos y recibir las necesarias protecciones astrales. Sirven para las operaciones que conducen tanto al bien como al mal, para conseguir sabiduría, conocimiento de las cosas ocultas, y para obras de odio, de muerte y de desastre.
Agua lustral (rocío): Este, tipo de agua es fundamental como elemento purificador por excelencia. Baste recordar cómo el agua de la cosmogonía bíblica con Noé, de la hindú con Manu, de la griega con Prometeo y Deucalión, de la leyenda del diluvio, se convierte en el agua lustral regeneradora, donde se sublima en una espiritualidad superior en el rito del bautismo cristiano. Quien no haya sido regenerado por el agua no puede entrar en el reino de los cielos, y el agua significa el Espíritu Santo (San Juan, V y VII).
Al mago y al sensitivo les interesa, sobre todo, el rocío, que es rico en magnetismo terrestre. El rocío se tiene que recoger en las noches de verano más cálidas y no se debe confundir en absoluto con la escarcha.
La purificación o, mejor dicho, la lustración, estuvo en su apogeo en tiempos de los romanos; pero, como hemos dicho, la mística de la purificación se pierde en la noche de los tiempos. Baste pensar que el mismo bautismo existía ya antes de Jesucristo: en efecto, Él fue donde Juan el Bautista para que le bautizara en las aguas del Jordán. Son maravillosas y muy significativas las palabras que el Bautista pronunció en esa ocasión, dirigiéndose a los fieles congregados junto a él: «Yo os bautizo con el agua, pero vendrá alguien que os bautizará con el fuego». Eso significa que el elemento agua es, desde luego, un excelente elemento purifica-dor, pero hay que añadirle el fuego (de ahí la razón de las velas), que entre los elementos es el más alto en el plano astral.
Hablando de agua lustral, vamos a decir algo sobre el ritual de purificación de la casa para facilitar la práctica en relación con la adquisición de los materiales. Para purificar la casa o el despacho (si somos operadores), tendremos que purificar el ambiente lavando todas las habitaciones y salpicándolas con agua lustral. Al mismo tiempo, habrá que encender unas barritas de incienso y, cosa de la mayor importancia, también una vela negra, que sujetaremos con mano izquierda, mientras que la mano derecha sujetará la bola de cristal. Empezaremos la operación de «purificación» de la casa empezando por el pasillo de entrada, luego iremos pasando por todas las habitaciones, incluidos el cuarto trastero y el cuarto de baño, ya que las energías negativas que perturban el ambiente pueden, momentáneamente, refugiarse precisamente allí. Al tiempo que llevamos a cabo estos «pasajes», pronunciaremos las siguientes palabras de invocación: Casa de Jerusalén, que salga el mal y entre el bien. Yo le pido a Jesucristo que se lleve el mal y que para mí y para los habitantes de esta casa venga el bien y la buena suene por medio de este agua, este fuego, esta esfera, que recoge sobre sí las ondas maléficas. Por la fe que me anima (aquí hay que rezarle una plegaría a Dios). Después de haber recitado la plegaria a Dios en cada una de las habitaciones, se vuelve al pasillo de entrada. Aquí se apagará la vela. La operación de purificación tendrá que repetirse tres veces en cada luna nueva, durante tres meses.
Y, finalmente, algunas puntualizaciones. Si no tienen la posibilidad de recoger el agua lustral, pueden utilizar, como sucedáneo, el agua de lluvia. La mejor, la que yo les aconsejo vivamente, es la que pueden recoger durante la noche, dejando al aire libre un contenedor de cobre, que se tiene que retirar antes de las ocho de la mañana, porque el agua tendrá que ser besada por el sol naciente.
INCIENSO (oleum libani): Es una resina que destila de un árbol de la India y de Arabia, y que, ardiendo en las ceremonias, expande una agradable fragancia. Es el símbolo de la oración y del sacrificio. El incienso puede ser quemado tanto solo como mezclado con otras resinas o hierbas, y eso según los rituales. Si lo quemamos solo, sirve para purificar los ambientes, ya que es un poderoso purificador astral (antiguamente se usaba para purificar las habitaciones donde yacía en descomposición el cuerpo del difunto, cuyas fétidas exhalaciones podían ser combatidas por el incienso quemado en grandes cantidades.
MIRRA: En hebreo mor (por extenso: marar). Significa «esencia amarga». Es un árbol resinoso, de frutos agrios y amargos en forma de lágrimas, que crece en Etiopía, en Arabia y en Egipto. Es el símbolo de la amargura, que acompaña el poder y el honor. La mirra es el símbolo de la mortificación del amor propio, y de la propia voluntad, de las pasiones y de los afectos terrenales, mortificación que Cristo llama negación de uno mismo. La mirra se utiliza sola para el «conjuro». Si se quema con el incienso tiene la doble acción de «purificación» y de «conjuro».
SÁNDALO: Hay muchas clases de sándalo a la venta, pero el que nos interesa a nosotros es el sándalo blanco. Es bueno también el rojo, pero para nuestros fines tiene poco valor, ya que no huele. Se utiliza junto con el incienso y la mirra, porque en unión con estas dos resinas añade energía y resistencia a la mezcla. Propicia la ambición y el éxito en los negocios, así como en los asuntos del corazón.
GÁLBANO: Si mezclamos incienso (cinco gramos), mirra (cinco gramos), sándalo (tres gramos), con diez gramos de gálbano, tendremos la protección de los espíritus «salamandras»; así, meditando sobre nuestra esfera y con un billete de mil pesetas aumentaremos nuestra fortuna. Pero si durante nuestra meditación sobre dicho billete puesto bajo la esfera, ésta no da ninguna vibración, en lugar del primer billete vamos a colocar uno de diez mil pesetas. En efecto, es importante que nos sintamos atraídos por el dinero, que nos «apetezca», y recuerden el dinero: «Dinero llama dinero».
VERBENA: Es la hierba sagrada por antonomasia, era cultivada en Roma, en un recinto llamado las Carinas, junto al Capitolio, por funcionarios encargados al efecto, y tenía varias funciones simbólicas, religiosas y políticas. Sus hojas se utilizaban en las lustraciones expiatorias para limpiar las mesas de los dioses; cuando se quería aplacar al dios y echar de las casas a los espíritus, se ofrecían ramas de verbena. El culto druídico reverenciaba también la verbena: ésta era recogida al amanecer del primer día de la canícula, después de ha-
ber ofrecido a la tierra un sacrificio expiatorio de frutas. Los que se frotaban con hojas de verbena veían realizarse sus deseos, y, en particular, alejaban las fiebres, fomentaban las reconciliaciones e infundían alegría. La verbena, por tanto, fue considerada desde siempre como símbolo de encantamiento y de magia. También los magos persas cantaban sus himnos litúrgicos delante del sagrado fuego perpetuo, con una rama de verbena en sus manos. Puede que sea útil saber que en Sulmona, en la medianoche del día de San Juan, hombres y mujeres llevan el ramo de verbena a la Virgen Coronada, pretendiendo de ese modo preservarse durante todo el año del dolor de cabeza.
Si se quema en lugar del gálbano (siempre en la medida de diez gramos) en la mezcla que ya hemos visto antes, suscita y propicia la protección astral de las «ondinas» que pueblan el elemento agua. Si ponemos bajo nuestra esfera la foto o una prenda {nuestra o de otra persona que necesite un mayor equilibrio o que tenga que aumentar su fuerza mental) y «fumigamos» en el incensario las hierbas que hemos enumerado, obtendremos grandes beneficios tanto internos como externos. Enfoquemos ante nosotros la imagen de cómo quisiéramos ser (delgados, si estamos gordos; sin arrugas, si las tenemos, y así sucesivamente) y recitemos mentalmente la siguiente invocación: «Renuévame, energía universal. Dame fuerza y vigor. ¡Por Isis, venceré!».
CARBONCILLOS: Hay en comercio unos carboncillos especiales para fumigaciones, muy válidos para quemar incienso y hierbas mágicas planetarias.
VESTIDO ROJO: Con el símbolo del pentagrama grabado. Sirve para la protección de todas las operaciones de exorcismo o de conjuro, pero también para practicar las «curaciones psíquicas» a distancia, porque el rojo tiene el poder de emanar fuertes vibraciones astrales.
SAL MARINA GRUESA: La gran importancia de este elemento ha hecho de él un símbolo muy importante entre los hombres primitivos. Las leyendas bíblicas recuerdan el «pacto de sal» estipulado por el Señor con los hombres. Los antiguos judíos untaban de sal a los recién nacidos para que fueran más vigorosos. Los germanos creían que la presencia de la sal en un terreno lo convertían en sagrado, y rezaban en él como en un templo. Los mexicanos adoraban a la sal en su personificación de la diosa Huixtocimalt. También los chinos, como los griegos, los antiguos itálicos y los romanos, salaban las aguas de las purificaciones y untaban de sal el cuerpo de las víctimas en los sacrificios. También el rito cristiano conservó el uso de la sal en el bautismo, y se dijo que eso era el antídoto invencible contra el maligno, que tanto odio le tenía a la sal que el sábado no se comía nada salado.
La sal ha ido tomando el significado de amistad y de hospitalidad, pero también de mal agüero si, por ejemplo, se olvidaba el salero en la mesa; derramar sal voluntariamente significaba enemistad implacable, pero también ha ido tomando el importantísimo significado de incorruptibilidad, porque conserva las comidas y mantiene su pureza. La sal tiene también el significado de sabiduría, y este atributo explica la práctica de untar de sal a los recién nacidos, incluso muchos siglos antes del rito cristiano. Por otra parte, Jesús llama a sus apóstoles «sal de la tierra» porque los envía hacia la corrupción para destruirla.
La sal, para los rituales que nos interesan, tenemos que tenerla siempre en contenedores precintados y no abrirlos nunca antes de usarla; posteriormente se tiene que guardar en especiales contenedores herméticos.