Curaciones psíquicas por medio de la bola de cristal 1

Fase preparatoria
La habitación está en penumbra, iluminada tan sólo por una vela de color rojo, que permanecerá encendida detrás de nosotros. Vamos a quemar en el brasero sándalo, incienso y mirra. Vamos a colocar como es debido el almohadón de seda roja (que en este ritual es obligatorio). Vamos a colocar, entre la esfera y su soporte, el «testigo» de la persona a la que tenemos que enviar prona (energía vital). Vamos a concentrarnos al máximo tratando de visualizar en la esfera la imagen del «triángulo».
Tan sólo cuando hayamos asimilado bien el concepto de «triángulo» y el del «verdadero amor» (del que vamos a hablar enseguida), sólo entonces podremos operar psíquicamente, obteniendo curaciones o mejorías a menudo extraordinarias. Por eso, parece necesario decir algunas palabras sobre el significado de «triángulo».
El triángulo es la figura geométrica que convierte en elemento sustancial la abstracción de tres entidades. El triángulo expresaba la trinidad inmutable, fuerza, materia y movimiento. Es el símbolo de la manifestación divina, del Ternario creador. El triángulo es participio iconológico del globo de la ciencia, ya que muestra cómo los tres lados constituyen una sola figura, así tres términos en las proporciones causan la demostración.
El triángulo representa la belleza, el orden, la armonía. Pero, sobre todo, representa el amor perfecto. Porque todo vértice corresponde a Dios (la Trinidad cristiana), el lado izquierdo corresponde a nuestra energía (prana), el derecho a la persona o, más concretamente, al órgano enfermo de la persona, empobrecido de prana, sobre el que tenemos que concentrarnos.
A partir del momento en que ningún triángulo puede existir sin los tres vértices, ninguna curación psíquica a través del globo puede manifestarse sin dichas características.
Hay que recordar que el verdadero amor no está interesado ni en el dinero, ni en otras semejantes materialidades; y mucho menos puede hacer concesiones a la ambición o, por ejemplo, al chantaje. No existe «verdadero amor» ni curación psíquica, si ésta se busca con fines egoístas o partidistas. Si realmente queremos ayudar a una persona enferma a curarse, o al menos intentar aliviar sus dolores; si realmente queremos ayudarla sin pedir nada a cambio, pero no somos capaces de renunciar a todo, ¡entonces, mejor dejarlo! Dejémoslo, porque si no, a lo mejor, sin darnos cuenta, llegamos a hacer daño a los demás (y, aun antes, a nosotros mismos), porque todavía no hemos extirpado de nuestro corazón el defecto de la ambición.

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