Curaciones psíquicas por medio de la bola de cristal 2

Fase central
Mientras se está produciendo la fumigación, y tras haber colocado debajo de la esfera el «testigo», empecemos a realizar los «pasos magnéticos» en la esfera, primero con la mano izquierda y después con la derecha (como lo hacemos para el ritual de la magnetización), visualizando hasta en los más mínimos detalles el órgano o el conjunto de órganos afectados por el mal.
Cuando la Bola de cristal esté lo suficientemente impregnada de energía, impongamos sobre ella la mano derecha, recitando con devoción, por tres veces consecutivas, la siguiente plegaria de curación a Dios:

PLEGARIA DE CURACIÓN
Oh Divino Espíritu,
aliento de vida, que,
enviado por el Padre celestial,
me asistes y me guías,
en este momento de necesidad,
te pido con devoción
que alejes el mal
que atormenta a este
hermano mío (o hermana) en Cristo.
¡Toma mi energía,
para que la salud
vuelva a él o a ella!
Acepta, mi Señor,
esta invocación
que te dirijo
con fe y humildad
¡Amén!

Deberíamos aprender de memoria esta plegaria (como todas las que hayamos encontrado y vayamos a encontrar en nuestro camino de sensitivos); nuestros antepasados, al transmitirnos su sabiduría, sentenciaban: «Tu protección es lo que tu mente recuerda»; lo cual significa, en nuestro caso, que antes de operar hay que estar psíquicamente bien preparados. También este concepto, al igual que otros citados en esta exposición, tiene orígenes populares que conectan principalmente con la cabala y sus milenarios misterios. El término qabbalah (que en hebrero significa literalmente tradición) se puede usar en una acepción más amplia y en otra más restringida. La primera indica, en sentido más general, todo el desarrollo de la mística hebrea, a partir del primer siglo a. de J. C. hasta nuestros días; la segunda se refiere a un periodo muy concreto de la mística hebrea, que corresponde a los siglos XIII y XIV. La experiencia mística, como intento de instaurar una relación viviente entre lo finito y lo infinito, no puede producirse si no se dan las condiciones generales para ello.
Por eso, la mística cabalística proporciona al hombre uno de los caminos para superar la sensación de un abismo dramático que atraviese la realidad y la vida. De ahí la acentuación del carácter personal e íntimo de la experiencia mística; esta última, en efecto, está considerada como algo «secreto», no solamente por los más profundos destinos del hombre a los que remite, sino también porque se trata de una doctrina que está dirigida tan sólo a un reducido círculo de adeptos, dentro del cual se transmite.
Los cabalistas, en efecto, estaban capacitados para realizar prodigios, utilizando unas enseñanzas que procedían de una tradición casi exclusivamente de carácter oral, enseñanzas que un maestro transmitía al adepto que consideraba más idóneo, virtiendo en este último todo el bagaje iniciático que había sido guardado de ese modo a través de los siglos. Aun hoy, el sensitivo no encontrará seguramente en ningún libro las enseñanzas más válidas: ciertas prácticas, por otra parte, deberían estar prohibidas a los profanos, quienes, si las experimentan de manera irresponsable, pueden tener graves perturbaciones psíquicas.
Fase final
Tras haber recitado la plegaria de curación a Dios, durante algunos minutos pongamos manos bajo el agua corriente: ya sabemos que el agua es altamente magnética y que atrae y retiene la negatividad. La ablución de las manos es importante porque, así como nuestro pensamiento magnético ha atraído la enfermedad a la Bola de cristal y de la esfera el mal ha pasado a nuestras manos, del mismo modo el agua se lleva la negatividad acumulada en las manos durante la fase impositiva.
Tengan muy en cuenta, los que practican esta forma de curación, que la fase contemplativa no debe durar nunca, por ningún motivo, aunque se tratara de una enfermedad muy grave, más de quince minutos consecutivos.
¡Es profundamente equivocado creer que «si una cura hace bien, dos hacen mejor»!