La voluntad

Es importante, además, que sepamos ejercitar un fuerte dominio sobre nosotros mismos. La primera regla que tiene que seguir el sensitivo es la del refuerzo de la voluntad: y eso se consigue con método y disciplina, con el ejercicio diario practicado de manera constante, con la repetición de actos significativos realizados con la intención de perseguir un fin espiritual.

Estaremos así en condiciones de controlar nuestros pensamientos y sabremos distinguirlos de la imaginación improductiva y de las fantasías: de lo contrario, no haremos nada.

Hemos de luchar como guerreros para vencer todas las adversidades, intentándolo, si es preciso, no una, sino diez, cien, mil veces, hasta que salgamos victoriosos.

Es importante que en nuestro corazón, además de la voluntad, tengamos la fe, que es la esencia del espíritu. El Maestro Jesús dijo a sus discípulos: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais desplazar a las montañas y tirarlas al mar…». Hablaba, naturalmente, con expresiones metafóricas, pero afirmaba la verdad pura y simple.

A los que ya sean expertos en la clarividencia les recordamos, sin embargo, que también para ellos es obligatorio el entrenamiento para la adivinación sobre la bola de cristal a base de prácticas diarias. Es esta costumbre la que les garantiza las defensas necesarias contra esas fuerzas negativas que podrían perjudicar el resultado de las sesiones contemplativas; es la disciplina la que permite rechazar, cuando surgen, ciertas fuerzas que no han sido voluntariamente evocadas. Nada se consigue sin el «sudor de la frente».