Los símbolos en la Bola de cristal 1

La meditación sobre la Bola de cristal en busca de los símbolos y para su interpretación, debe centrarse en un punto interno de la esfera misma, y por eso se llama subjetiva; si se centrara, en cambio, en un punto externo, se llamaría objetiva.
En esta búsqueda de los símbolos perdidos, para poder predecir el futuro del consultante, los puntos pueden ser tantos como los puntos de la esfera (y del mundo).
Los símbolos de los que voy a hablar ahora los cito sólo a título de ejemplo: sirven para demostrar la importancia que tienen en la profecía; no he pretendido ciertamente ser exhaustiva, porque en ese caso hubiera tenido que rellenar páginas enteras para continuar en esta lista de figuraciones simbólicas. Si nuestra mente no está todavía entrenada en esta forma de videncia, tenemos que trabajar muchísimo para estudiar la temática de los símbolos. En todo caso tenemos que asumir cada símbolo que encontremos como argumento de reflexión y de profundización. Nuestro horizonte cognoscitivo será ensanchado y nuestras capacidades interpretativas serán potenciadas.
Si nos parece divisar vestidos, de cualquier forma, tenemos que interpretar esta aparición en el sentido del cambio. Si el vestido está sucio o desgarrado, significa luto o, sea como sea, disgustos.
Si vemos ángeles, se trata de noticias gozosas. La función de los ángeles es la de ser ministros de Dios: son mensajeros, guardianes, protectores de las personas buenas. Son símbolos espirituales. Por ejemplo, según Rilke, el ángel representa «la criatura en la que ya se ha realizado la transformación de lo visible a lo invisible, hacia la que nosotros tendemos». Pensemos que en la religión cristiana todo fiel es asistido por un ángel. Este papel de protección lo encontramos también en las Sagradas Escrituras. Es un ángel el que libera a Pedro y a Juan. Es un ángel el que se acerca a María en la Anunciación.
Pongamos mucha atención cuando aparezcan árboles. El árbol es uno de los símbolos más ricos y extendidos. Una simple bibliografía condensada sobre el símbolo del árbol requeriría también un libro entero. El árbol es símbolo de vida en continua evolución, que sube hacia el ciclo. Representa también el carácter cíclico de la vida: muerte y regeneración. Reúne en sí todos los elementos: el agua, que corre con su linfa; la tierra, en la que penetran sus raíces; el aire, que alimenta sus hojas; el fuego, que brota de la madera en cuanto la frotamos.
Se habla de Árbol del mundo; de Árbol de la vida cuya linfa está formada por el rocío celeste; de Árbol central y de Árbol de la Ciencia del bien y del mal En los tiempos más antiguos, los pueblos colocaban a sus dioses en los bosques. Buda está personificado por el árbol.
El árbol representa también el crecimiento de una familia: pensemos en el árbol genealógico. Las raíces representan la familia de origen, el tronco y las ramas representan la familia actual, mientras que las hojas y los frutos representan a los hijos o a los familiares más íntimos. El árbol es también protección porque da sombra.
C. G. Jung escribe: «Del miembro viril del antepasado acostado se levanta el tronco de un gran árbol. Los árboles tienen un carácter bisexual simbólico, porque en latín tienen una desinencia masculina aunque sean femeninos. La higuera es el árbol fálico… Pero no podemos considerar al árbol como meramente fálico debido a su forma: puede también significar la mujer, el útero o la madre, y en este caso es una imagen solar» (en Metamorfosis y tendencias de la libido).

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