Durante las primeras sesiones contemplativas con la Bola de cristal puede que tropecemos con fenómenos de autohipnotismo, con sus correspondientes ventajas y peligros. Estamos ante el llamado sueño hipnótico, en el que caen los sujetos más sensibles cuando meditan sobre un material esférico y reflejante.
Claro que en este «sueño» meditativo hay también aspectos positivos: podemos sintetizarlos en la expresión «recarga biomagnética».
Pero, por lo general, en cuanto nos demos cuenta de que hemos entrado en el «sueño hipnótico», tenemos que evitarlo con todas nuestras fuerzas. Vamos a distraer la mente durante unos minutos, para volver luego a concentrarnos cuando seamos realmente dueños de nosotros mismos.
La voluntaria y consciente energía mental, es una fuerza sutil y poderosa al mismo tiempo, y, sobre todo, es real Es uno de los pilares del Conocimiento, de la inteligencia y de toda realización mental, espiritual, física, científica. La fuerza de voluntad, por tanto, es indispensable para el verdadero Mago. Existe desde el nacimiento del hombre, por tanto, está también en el origen de ciencias ocultas como la clarividencia, la telepatía, la clariaudiencia, la visión de los hechos sobre un objeto (psicometría). La tan cacareada, pero muy poco conocida, «energía etérea» no es otra cosa que la fuerza generada por el cerebro por medio de la acción del pensamiento. Es ésta la fuerza que se propaga de las células cerebrales y que, guiada por la voluntad, llega a su destino, a la voluntad.
Los hinduistas se pueden considerar grandes maestros de autohipnotismo, con su meditación sobre los manirá. Su fuerza psíquica reside en la potencia de la voluntad, de la que son capaces empleando las técnicas previstas por la disciplina yoga. Dicha forma se manifiesta en forma de magnetización, con grandes ventajas: extirpar los vicios de la mente y ensalzar las virtudes latentes.