Características de Leo

El signo de Leo, desde el 22 de julio al 22 de agosto, atravesado por el Sol, está bajo el dominio del mismo Sol. Puede afirmarse, sin duda, que es el signo de fuego ijiás fuerte del Zodíaco. El Sol, que domina este signo, constituye la verdadera fuente del vigor vital, del individualismo, de la fuerza creadora que está en nosotros y de la parte espiritual que los antiguos definían con el atributo de «hálito divino».
Representa la voluntad mental, el éxito en la profesión y en la vida, acompañado de una gran generosidad. Modula al carácter noble y orgulloso, que alcanza a veces puntos de fiereza y nobleza demasiado elevados.
La propia originalidad de este dominio solar confiere una acusada personalidad. Pero hay influjos negativos que conducen a un temperamento cruel, a la arrogancia, a la presunción, a la impulsividad y al egocentrismo.
Al igual que el Sol irradia y domina con su luz y su calor a todo el sistema solar, así el nacido en Leo se siente inclinado a dominar, o mejor, a sobresalir y a destacar en todas las facetas de la vida; sabedor de su personalidad y de su poder de dominio, no admite la mínima interferencia por parte de nadie.
Este convencimiento no siempre corresponde a la realidad, pero Leo precisa poseer para sentirse un verdadero «león».

Leo es el signo dominado por una voluntad que sabe lo que quiere, por la tenacidad en triunfar a toda costa. Es el símbolo de la voluntad consagrada a potenciar el yo. Normalmente, los sentimientos de Leo son siempre sinceros; buenos por naturaleza, llenos de amabilidad, aunque la mayoría de las veces estas cualidades se pongan de manifiesto, con decisión y espontaneidad, en los actos externos. Aun siendo impulsivo y autoritario, la ingenua naturalidad con que actúa, hace que Leo no provoque nunca resentimientos en los demás. En todas sus actividades manifiesta algo de realeza, que en ocasiones se transforma en soberbia. Es en ese momento cuando adopta cierta actitud condescendiente respecto a los demás, así como cierto aire de superioridad. Todo ello sin ser consciente que en realidad él mismo es una persona como cualquier otra.
Sus pretensiones son muy elevadas a pesar de que sus servicios sean inferiores a lo que podrían ser. No malgasta nunca sus energías sino que tiende a conservarlas para las ocasiones en que puede hacer valer con autoridad su propia capacidad. En el fondo es algo proclive a la pereza que lo hace desganado y carente de iniciativa. Difícilmente hará más de lo necesario. Sabe valerse con astucia para atribuir a otras personas los trabajos que son de su responsabilidad.
Poco conocedor de la psicología, no consigue identificarse con el prójimo por lo que con frecuencia sufre notables desilusiones. Muchas veces esta ingenuidad acaba perjudicándole. Para él es incomprensible que no se tenga su mismo «código de honor». Se muestra sensible a las alabanzas, las cuales se acaban transformando en una verdadera necesidad para él. Las acepta siempre aunque se dé cuenta, pero raramente advierte la mera adulación. No se ofende, es elegante en el perdón. Le gusta muchísimo ostentar su riqueza, ser magnánimo, incluso más de lo necesario. No soporta las cosas escuálidas y míseras; le cuesta admitir las críticas a su persona; odia las intrigas y las complicaciones y tiende siempre a no ser mezclado en ellas. Sabe utilizar toda su energía para no encontrarse en condiciones desfavorables. Generalmente lo logra, gracias a su notable constancia y a su profundo tesón.
El bienestar es para él no tan sólo una cosa muy agradable a la que aspira, sino una necesidad. Si un Leo no consigue el estado de bienestar que pretende, vivirá su vida tras una considerable capa de bienestar realizando los llamados «saltos mortales» para ocultar sus propias carencias.
Vigoroso, posee una positiva concepción de la vida y de las metas que quiere conseguir. No siendo excesivamente espiritual, se presta a realizar meditaciones profundas; apunta al éxito y al poder logrando con frecuencia alcanzar aquello que se ha propuesto.
Muestra gran aprecio por el dinero, pero tiene importantes gestos de generosidad, especialmente cuando pueden originar admiración hacia su persona. Si da, quiere hacerlo por propia iniciativa, sin que le sea pedido. Lleno de fe en sí mismo, además de ser dispuesto y voluntarioso, posee una fuerte personalidad, la cual quiere poner en evidencia y que sea reconocida por todos. Tiene grandes dotes de organización. En las decisiones es puntilloso, impaciente, la mayoría de las veces descuida los detalles para llegar a una rápida conclusión; aspira a la independencia absoluta, es sensible a la estima incondicional y nada le satisface más que el reconocimiento de sus propias cualidades. En este sentido, a menudo se deja poseer por una forma contemplativa de admiración de sí mismo. Le gusta causar impacto, tiene que sentirse siempre centro de atención. En las relaciones sociales se orienta con preferencia hacia personas importantes, influyentes y ricas, pero también hacia los débiles de carácter, que sin duda alguna, impresionados por la fuerza de su carácter le prestarán atención como si de un verdadero rey se tratase.
Su hospitalidad persigue el reconocimiento de los demás. Acoge complacido a amigos en su casa y en su entusiasmo se transforma en el ser más generoso poniéndoles a su disposición todo cuanto posee, sensibilísimo a la admiración que suscita y a las alabanzas que recibe. Prefiere siempre las cosas grandes y si por fortuna nace en un ambiente rico se rodea de objetos hermosos y caros, no tanto por el placer de poseerlos como por el de lucirlos y causar impacto. Si un Leo no consigue salir adelante se torna neurasténico y arrogante. Esta debilidad en su fuerza vital le atenaza con continuas reflexiones y preocupaciones. Sus ideales son en gran parte de índole práctica porque los Leo desean sobre todo actuar en firme y no caer en fantasías.

Un don sobresaliente es el saber relacionar el idealismo con el realismo sin dar excesiva importancia a ninguno de los dos. A veces, sin embargo, se pueden encontrar también soñadores en cuanto que sus sueños, con los ojos abiertos, son siempre el incentivo necesario para la realización de algo. Es un signo que actúa siempre con el corazón, no conoce la venganza y a pesar de que a veces pueda tener una reacción brusca, debido a su carácter irritable, desprecia cualquier actitud humana que pueda abrigar la bajeza moral o el odio hacia otras personas. Si se percata de la mezquindad de una persona trunca definitivamente con ella todo contacto. No soporta la injusticia y contra esta puede reaccionar contundentemente. No conoce el término medio. Es un signo donde se encuentran personas dominantes y autoritarias junto a individuos más transigentes y sensibles.
Las actividades de Leo son variadas. Se le encuentra entre los artistas, los escritores, los compositores, los directores de industrias privadas y entre los militares. Leo triunfa también gracias a su savoirfaire característico y a la fascinación que llega a emanar. Cuando ocupa posiciones de mando es más que nunca apreciado, no existiendo en él la mínima sombra de mezquindad. En el campo artístico obtiene grandes éxitos porque busca la aprobación de la crítica antes que el afán de lucro. Aunque se vean envueltos en dificultades, incluso en el mismo ámbito familiar, difícilmente se dejan avasallar, sino que, reaccionando inmediatamente, son capaces de afrontar todas las situaciones, aún las más imprevisibles. Sienten inclinación por los viajes, a menudo con largas permanencias en el extranjero, donde hace muchos amigos que verá de nuevo en sucesivos encuentros. Son hábiles conductores de automóviles, a pesar de que a veces se dejen poseer por el vértigo de la velocidad. Escogen siempre coches muy vistosos, de último modelo y, a ser posible, deportivos. Para ellos el coche no es tanto un medio de trabajo cuanto un elemento necesario a su personalidad.
El deporte constituye una de las actividades preferidas por Leo. Desde jóvenes les gustan todos los deportes, pero se dedican a los que pueden poner de relieve sus cualidades físicas. Casi siempre triunfan de manera excelente. Su modo de pensar es por lo general muy libre, libertad que no siempre encuentra correspondencia en la vida real. Les gusta construirse la vida con su propio trabajo sobre todo en un clima de libertad universal.
Nos encontramos ante el mejor signo del zodíaco, signo fijo, de fuego, masculino y en el que tiene su domicilio el Sol. Inteligencia viva y brillante, que a menudo se hace manifiesta en una lógica irrefutable, exuberancia, distinción, señorío, generosidad que puede llegar a la prodigalidad, voluntad dirigida a una finalidad determinada, orgullo y ambición son las características de este signo. La excesiva «magnitud» de sus acciones lo hace antipático, ya que no sabe o no quiere esconderla. En el Leo menos evolucionado intelectualmente estas dotes innatas se transformarán en defectos imposibles de eliminar. Pasional en sus sentimientos, no es capaz de esconderlos tras un velo de hipocresía, y, si se le desilusiona, no es extraño entonces que considere al amor como una debilidad a la que es mejor no supeditarse. Un Leo es fácilmente reconocible por su modo de andar lento y señorial, por su voz alta y de tono agradable, aunque difícilmente presta atención a lo que dicen los demás.
Aunque fuese el último de los charlatanes, el individuo Leo jamás renunciaría a su aspecto imponente y majestuoso. Junto con Escorpión es el signo que menos teme los males físicos. Las enfermedades que le afectan son sobre todo de corazón, ojos, espina dorsal, bazo y fiebres violentísimas, de las que sólo su indómita fuerza de voluntad lo cura. También el sistema circulatorio se encuentra muy afectado en este sujeto. En el campo laboral, si Leo tiene sólidas bases económicas, sabrá situarse, tanto financiera como humanísticamente. No obstante, es un sujeto muy sensible a las adulaciones y basta que un hipotético colaborador sepa halagarlo para hacer de él lo que quiera. Por este motivo, muchas veces se rodea sin saberlo de personas poco sinceras, que le podrán ocasionar problemas. A menudo maneja grandes cantidades de dinero, que gasta con excesiva prodigalidad. La necesidad de gastar constituye un mal hábito al que no sabe renunciar y que puede abocarlo a la ruina. Aunque en el trabajo obtiene gran éxito, se creará grandes enemigos que, lentamente, pero de forma segura, lo conducirán a la ruina. Alegre y despreocupado, sin artificio, su vivacidad es espontánea e innata. La simpatía y antipatía instintivas lo llevan a equivocarse en la elección de amigos, que a su generosidad y desinterés responden con el engaño. La excesiva seguridad de sus actitudes a veces lo conducen a situaciones comprometidas.
Aunque sabe lo que quiere, a veces su orgullo desaprovecha las buenas posibilidades que la vida le ofrece. Tiene vocación docente y está muy capacitado para la educación de los hijos y de las personas queridas, aunque a menudo la megalomanía de sus enseñanzas le arrebatan la confianza que muchas personas depositan en él.
El orgullo, que camina al paso de la inteligencia realizadora y superior de este signo, le lleva a cometer errores en la vida sentimental. Aunque enamorado, no se deja dominar por el sentimentalismo, sino que el orgullo le domina, haciéndole perder ocasiones favorables. Una mujer puede ser quizá maravillosa, rica y enamorada, pero deberá dar siempre ella el primer paso hacia la reconciliación con un hombre Leo. Sólo en el tipo más evolucionado espiritualmente encontramos un cierto autocontrol del orgullo, pero es más fácil que esta disposición se incline hacia la ruptura de una relación sentimental o hacia el completo desastre económico.

Signo Leo