Arcano 15 El Diablo

Granada y malaquita

La pasión de los sentidos

Plano: físico (el tercer desdoblamiento del Arcano Raíz La Emperatriz, que significa: la magia de la materia).

Elemento: tierra/agua (la sensación de las emociones).

Función: sensación (de la energía materia). Palabra: pasión (como compulsión emotiva). Imagen: la tentación, la seducción, la magia, la

pasión, el sexo, el placer, el pecado, la ilusión, la dependencia, el diablo, Lucifer, la bruja, el mago negro. El murciélago, la serpiente, el chivo expiatorio. Pan, Set, Mercurio, El mensajero, Exu, Pomba Gira.

Significado: si en el arcano anterior, el ángel de la templanza era el mensajero del espíritu, el alma angelical, el Diablo es, a su vez, el mensajero de la tierra, nuestro alma animal. El Diablo representa la energía material, el sexo, la magia, la manifestación material, el poder de atracción de la materia. La tentación y la seducción, o sea, la atracción, son sus instintivos dones naturales. La materia no nos esclaviza, no nos esclavicemos a ella. El sexo no nos corrompe, nosotros corrompemos el sexo. En verdad, el Diablo es el gran chivo expiatorio de las carencias de la humanidad. La función de la materia es ser irradiante, deseable, atractiva, divina como la propia cristalización de la luz espiritual. El placer de los sentidos es un derecho y un deber de todo ser humano. La cuestión es lo que hace el ser humano con el placer y con el deseo del placer. Con nuestras carencias emocionales, corrompemos la pureza de ese placer y pasamos a depender de él para nuestra propia felicidad y subsistencia. Él, que estaba aquí para servimos, pasa ahora a dominarnos gracias al permiso que le damos. Hemos sido, apenas, seducidos y, simplemente, cedemos nuestra vida a esa seducción, a ese deseo, atándonos de pies y manos a la fascinante tentación del mundo material.

Mensaje: el Diablo, nuestro alma animal, es esencialmente amoral. La atracción del sexo y la acción de los sentidos, buscando la satisfacción de las necesidades materiales son perfectas y divinas en sí. Lo que hace que sea inmoral esa energía es nuestro propio sentimiento de culpa interior por no poder disfrutarla de modo consciente e integral. O nos bloqueamos, con nuestro miedo e inseguridad emocionales, huyendo del sexo y de las sensaciones. Entonces esas energías se vuelven contra nosotros y llegan a perturbarnos. O caemos dentro de ellos como si no hubiese nada más en la vida. Y ahí aparecen los vicios, la lujuria, la gula, la envidia, la cólera, el orgullo, el fanatismo, la ambición y la pereza, todos dominándonos y esclavizándonos al mundo material.

Consejo: despréndase, pero sepa bromear con el fuego sin quemarse. Todo está para que lo disfrute y lo aproveche. Descubra el divino placer del sexo y de todas las demás sensaciones. Use y casi abuse del sexo yde todas las demás sensaciones. Use y casi abuse de su cuerpo, puesto que realmente lo va a llevar a la cueva y allí no hará uso de él.

Cautela: los instintos reprimidos dicen que todo lo que criticamos en los demás, en verdad, está latente en nosotros. Cuando culpabilizamos a alguien, ya sentimos esa culpa en nosotros mismos, de lo contrario no la notaríamos. Cuando apunte con el dedo a alguien, no se olvide que tiene tres apuntando hacia usted. Por otro lado, los instintos exacerbados apuntan hacia el fanatismo y la total dependencia física y moral de los estímulos que catalizan nuestra atención. Cualquier fanatismo, incluido el religioso, es una posesión del ser por una determinada energía, como si esta fuera su única razón de vivir.

Chakra: el Diablo es la energía que se irradia desde el primer chakra hacia los demás. La acción de la sensación sobre la mente, el alma y el espíritu.

Cristales: Granada: es la piedra de la pasión. Despierta el calor, la sexualidad y la vitalidad. Malaquita: la belleza de la tierra que seduce.

Transmite las energías materiales hacia el corazón. La noción dicotómica del pecado, el bien y el mal, la inocencia y la culpa, nos lleva a la dualidad agresorvíctima, asaltante-asaltado, asesino-asesinado, donde el primero representa el mal y el segundo el bien. Pero no es así. El asaltado tiene miedo del asaltante; por eso lo atraerá. Es la agresividad contenida de la víctima la que atraerá la agresividad explícita del agresor. El asesino solo puede matar a alguien que se disponga a ser asesinado. En la ley de la materia, los opuestos víctima-agresor se atraen, pero en la ley del espíritu son los semejantes de sentimiento los que se atraen. En verdad, atraemos el mal porque ya tenemos su semilla plantada en el corazón. Para Dios, la víctima es tan diabólica como el agresor.