Historia del tarot

Aun cuando Court de Gebelin, Eliphas Levi y sus seguidores pretenden que el Tarot es el libro sagrado de Thot -el Hermes egipcio- y contiene toda la tradición oculta de la humanidad, debemos reconocer que su antigüedad no puede remontarse más allá del siglo XIII, del mismo modo que tampoco es cierto que fueran los gitanos quienes lo introdujeran en Europa desde Egipto; y ello por los siguientes motivos:
1. Si los gitanos insinuaron un origen egipcio y hablaron de su patria como del «pequeño Egipto», lo hicieron para lograr salvoconductos de los soberanos europeos, pero actualmente está demostrado que proceden de una amplia zona que abarca las orillas del mar Caspio y todo el este y noroeste del mismo, si bien es cierto que en sus primeras migraciones anteriores al siglo 1 llegaron hasta la India, Turquía y Egipto.
2. Su primera aparición en Europa tuvo lugar en la desembocadura del Elba en 1417, Y a pesar de darse cuenta de inmediato del valor adivinatorio que encerraba el Tarot (ya se habla de ellos y de sus talentos cartománticos en un documento de 1422) en dicho año de 1417 las cartas -y por lo tanto el Tarot- ya eran conocidas en Italia y posiblemente en España, como veremos más adelante.
También se ha especulado sobre un origen lejano del Tarot, ya sea de China, de la India o de los árabes, pero también estamos en condiciones de poder demostrar que ninguno de estos orígenes puede ser verdadero, como veremos al analizarlos uno a uno.

ORIGEN CHINO

En un diccionario chino publicado en 1678, el Ching-tsze-tung, se cuenta que hacia el año 1120 un oficial propuso al emperador Huei Song un juego de su invención consistente en treinta y dos tabletas de marfil divididas en tres series de nueve piezas cada una y otras tres piezas fuera de serie; el número de treinta y dos es debido a que dos de dichas piezas son dobles. Algunas de estas tabletas estaban relacionadas con el Cielo, otras con la Tierra y el resto con el hombre o con nociones abstractas, como la muerte por ejemplo. Posteriormente estas tabletas de marfil también se fabricaron en hueso y en papel, y a pesar de que algunos consideraron que se trataba de un juego similar al dominó, la palabra phai con que se las designa significa carta.
No obstante, estos juegos de cartas chinos son tan distintos de los nuestros, tanto por su aspecto como por su contenido y reglas de juego, que cabe decir de ellos lo mismo que de la pólvora y del papel: incluso si fueron los primeros en usarlas no por ello fueron conocidas y copiadas por los europeos. Y también debemos añadir que las más antiguas cartas chinas conocidas son de principios del siglo xv, y diga lo que diga el diccionario chino no existe ningún documento de la época que confirme la antigüedad que se intenta atribuirles.
Pero si haciendo volar la imaginación queremos hallar una correlación entre nuestras cartas y las chinas, ¿por qué no creer que Marco Polo o alguno de sus marineros hubiese llevado consigo un mazo del Tarot, del cual hubiera partido la idea del oficial chino? No olvidemos que los viajes de Marco Polo tuvieron lugar entre los años 1260 y 1295, Y por aquellas fechas es muy posible -por no decir segura- la existencia del Tarot en Italia; además, Marco Polo partió de Venecia, y los más antiguos Tarots que se conocen son los Tarocchi venecianos.
Y si a pesar de todo insistiéramos en buscar una idea que hubiera podido inspirar la creación. del Tarot (pero no de las cartas de juego) en tan lejano país, deberíamos inclinarnos por el I Ching y su intento de concentrar en unas pocas imágenes una inmensa sabiduría.
Pero debemos ser más realistas y no olvidar que la idea de guardar nuestros conocimientos para la posteridad, y a ser posible en la forma más concentrada y universal, es decir, a través de símbolos, es algo inherente a toda la humanidad y en todos los tiempos, desde las escenas de caza de las cuevas de Altamira hasta la tableta lanzada al Cosmos por la NASA para hacer saber a los posibles moradores de otros mundos la existencia del hombre y el punto concreto del espacio en que nos hallamos.
Es por ello, y a que en el fondo la mentalidad humana es idéntica a través del tiempo y del espacio, que las mismas o similares ideas pueden florecer simultáneamente -o casi- en lugares totalmente independientes los unos de los otros.

historia del tarot

Baraja china

ORIGEN HINDÚ

Chatto afirma que la baraja proviene del antiguo juego de ajedrez de los cuatro reyes, el Chaturaji, del que se derivó un juego de cartas que consta de diez series representando a los diez avatares de Vishnú y conteniendo doce cartas cada serie: dos figuras, el rey y el visir, y diez cartas de puntos numeradas del uno al diez. Todas estas cartas son redondas, lacadas y muy pesadas, y se requiere una portentosa imaginación para reconocer en ellas el juego del ajedrez.
Abundando en lo mismo, Boiteau d’Ambly afirma que las cartas proceden de la India, desde donde nos fueron aportadas por pueblos nómadas que luego se denominaron gitanos o zíngaros y fueron expulsados de dicho país por los musulmanes. Sobre dicha afirmación sólo tenemos que remitirnos al inicio de este capítulo cuando citamos a los gitanos.
Por otra parte -y como muy bien dice Merlín- fueron los hindúes quienes copiaron o adaptaron las cartas europeas, pues cuando los primeros navegantes portugueses desembarcaron en las costas de la India ya hacía un siglo que en Europa se conocía el Tarot y se jugaba a las cartas, y todas las cartas hindúes conocidas son posteriores a dicha época.

tarot

Baraja hindú

ORIGEN ÁRABE

Bussi, en su Historia de Viterbo, afirma que según Covelluzzo «en 1379 los juegos de cartas fueron introducidos en Viterbo procedentes del país de los sarracenos, donde reciben el nombre de naob»,
Nayb es una palabra indostánica que significa virrey o gobernador, y su similitud con la palabra «naipe» ha dado origen a que dicha hipótesis fuera recogida por otros autores. Sin embargo, Covelluzzo hablaba en pasado, pues vivió en el siglo xv, es decir, un siglo después de 1379, y además, en dicha fecha el Tarot ya era conocido en Europa, como veremos más adelante. Pero ¿es éste el origen de la palabra «naipe»? Y ¿por qué no puede serlo el hebreo nabi (profecía) o el holandés knaeps (papel)?
Por otra parte, no debemos olvidar que en el Corán se prohíbe la representación de la figura humana, y si bien los musulmanes de la India a veces olvidaron este precepto, los árabes lo observaron rigurosamente hasta fechas muy recientes, por lo cual no podemos aceptar que fueran ellos quienes crearan el Tarot o que actuaran de intermediarios en su propagación; y en caso de que hubiera sido así, ¿cómo es que no nos ha llegado ninguna furibunda catilinaria contra los autores de semejante herejía, como sería lo más lógico?

LAS CARTICELLAS

La primera referencia escrita que se refiere al Tarot con toda seguridad se remonta a 1227 y nos dice que «los niños italianos son instruidos en el conocimiento de las virtudes mediante unas láminas que denominan carticellas».
Una muestra de estas carticellas, cuya descripción nos recuerda de inmediato a los cromos infantiles que todavía hoy colaboran en la educación de los niños, podría serlo el llamado Tarot de Mantegna o Cartas de Baldini, que en realidad no fue creado ni por Mantegna ni por Baldini, sino por Francesco del Cossa, y fue grabado en Ferrara en la segunda mitad del siglo xv.

EL TAROT DE MANTEGNA

De dicho Tarot se conocen dos tipos, el primero de los cuales -considerado como el original- fue grabado en 1460, y el segundo -la pretendida copia- en 1488, siendo mucho más bello que el original. Ambas variantes se componen de cincuenta cartas de 10 x 18 cm, divididas en cinco series de diez cartas cada una.
Entre estas cincuenta láminas podemos reconocer algunas de las figuras del Tarot, como El Emperador, El Papa, El Enamorado, El Carro, La Justicia, El Ermitaño, La Fuerza, La Templanza, La Luna, El Sol, El Loco, La Sota de Espadas, La Sota de Copas y El Rey de Bastos; y si bien existen algunas diferencias en los dibujos, también existen similitudes muy significativas.
Así ocurre por ejemplo entre El Loco y Misero, ambos con un perro mordiéndoles la pierna; La Justicia, con la espada y la balanza; La Templanza, trasvasando agua de una jarra a otra (o echándole agua al vino); La Fuerza, que tanto se representa mediante una mujer dominando a un león como rompiendo una columna.
De todo ello podemos deducir que tanto las láminas del Tarot de Marsella como las del de Mantegna poseen un origen común que muy bien podría cifrarse en las carticellas de que nos habla la cita de 1227. Por una parte, en una fecha que ignoramos se añadieron los arcanos menores para componer la baraja de juego (a menos que ya se crearan unas carticellas con baraja incluida), mientras que por otra se siguieron creando y copiando colecciones de carticellas. De todas ellas, las láminas de Mantegna serían las más antiguas que se han conservado; nadie puede creer que sirvieran para jugar, y, si bien resultan algo pedantes al enumerar (es decir, ordenar rigurosamente de inferior a superior) los conceptos que contienen, del mendigo al Papa por ejemplo, no puede negarse que su finalidad es claramente pedagógica.

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Láminas del tarot de Mantegna