Los Arcanos que no te gustan: tu parte más oscura

El Tarot , obrando por arquetipos y resonancias, es lógico que cuando lo miramos, nos haga sentir impulsos emocionales de estado primitivo. Muchas personas le dirán que no le gusta este Tarot, y que prefieren por ejemplo el de Etteila, el de Belline o el Tarot Egipcio. A la inversa de éstos, el Tarot descorteza y limpia el alma por completo, a imagen de La Torre. Difícil permanecer indiferente frente a un juego que desvela tan claramente el suyo. Entendámonos bien: no es nuestra intención denigrar la aptitud de los juegos de cartas anteriormente citados para desarrollar nuestras capacidades mediumnicas, por poca afinidad que sintamos hacia ellos. Pero su valor como herramientas de conocimiento de uno mismo es muy discutible. Basta para darse cuenta de ello, colocar en la pared de su casa la carta de El Diablo, la Luna o El Mago. Utilice alternativamente, la de los Tarot mencionados y las cartas del Tarot . Comprobara, sin ninguna dificultad, una diferencia en el modo de reaccionar de sus amigos. Los primeros sólo provocarán, en el mejor de los casos, una reflexión surgida del intelecto, mientras que los arcanos nacidos del Tarot serán sentidos de manera más profunda, produciendo algunas veces dentera o irritabilidad incontroladas. Estas reacciones no son neutras: corresponden generalmente a un aspecto de la personalidad que su interlocutor desea ocultar. Que usted desea ocultar. Así pues, vamos a comenzar un nuevo viaje con el Tarot.
Comience por escoger las cartas: las que usted rechaza habitualmente, las que le son más antipáticas, las que le parecen más simpáticas, las que usted siente como «luminosas», y por último aquellas aciagas hacia las que no experimenta ningún sentimiento en particular. Puede ser que para terminar, no obtenga más que 2 ó 3 montones. Cada una de estas cartas posee – nunca se lo repetiré suficientes veces -un polo positivo y un polo negativo. Sería muy fácil trabajar sobre las cartas con las cuales se siente usted en principio en armonía. Esta perspectiva, lejos de ser interesante, puede ser considerada paralelamente con el trabajo que nosotros preconizamos. En resumen, podría decirse que el trabajo sobre las cartas » negativas”, procede de un tratamiento de fondo, a la inversa que el de las cartas «positivas», que revela un tratamiento sintomático.
En la gran parada de nuestras antipatías está generalmente la carta XIII, corrientemente denominada «la Muerte» por los imitadores y a menudo desgraciadamente intérpretes del Tarot . Observemos en primer
lugar que esta carta, SIN NOMBRE, no posee ningún cuadro para prescribir un nombre, a la inversa del LOCO, que posee un espacio en el cual escribir unas cifras, que puede ser el 0 ó el 22, es decir; al comienzo o al final de la «psicoterapia tarológica». Las mentes religiosas podrán ver en ella una alusión a Dios, «El que no tiene NOMBRE», lo que es una eventualidad que nosotros no vamos a excluir. Sea lo que sea, un estudio objetivo de esta carta nos muestra que no es la muerte.
¿Y este esqueleto?; dirá usted. ¿Qué esqueleto?. ¿No le parece a usted que este «cadáver» tiene más carne que huesos?. ¿Por qué se pondría un traje y una máscara para desenmascararnos?. Observe en sus manos… ellas nos harían inclinarnos en favor de esta hipótesis. ¿La cabeza de un muerto?. Acerquémonos más… ¿No encuentra usted que se parece más a una fantasía de una comedia artística?. El uso de un Tarot transparente nos permitiría demostrar (pues hemos hecho la experiencia) que tras esta apariencia de carnaval se oculta la cara… del LOCO. ¿Asombroso, no?. Pasemos a la guadaña. Es roja, símbolo de vida, de vitalidad. De la sangre de sus víctimas, dirá usted. ¿Pero hay verdaderamente víctimas o se trata, una vez más todavía, de una puesta en escena destinada a crear un choque emocional?.
Colóquese en la posición de este llamado esqueleto. Imposible para segar vidas. ¿Verdad?. ¿No es eso?. Fíjese bien, este personaje, en su vestido de color carne. Está en una posición fantástica para barrer.
¿Qué es lo que nos espanta de esta carta?.
Una respuesta superficial no mostraría más que el miedo a la muerte. Pero esta carta indica sobre todo, un cambio brutal. Decisivo. Incisivo. Que requiere toda nuestra voluntad. ¿Y que más anclado en el hombre que el miedo a un cambio, que le pone en tela de juicio, que le obliga a preguntarse sobre la propia naturaleza de su identidad?.
¡Atención!. Nosotros lo único que hacemos es indicar pistas, señales. En ningún caso ponemos balizas y límites pues lo que cuenta aquí, es su propia respuesta, la que usted mostrará en función de su experiencia personal, de su vivencia. La riqueza de las cartas del Tarot carece de anomalías, al menos en lo que nosotros percibimos cómo tal, es decir todo a la vez en su complejidad y su ambigüedad. La CARTA XIII puede, por ejemplo, revelar una debilidad frente a los demás, un miedo de tener que barrer todo lo que hay de ficticio en nuestra vida, un cierre de las emociones (observe cómo el «vestido» del personaje principal parece apretado a nivel del plexo solar) o una manipulación de los demás destinada a ocultarse mejor.
Observemos ahora la famosa TORRE, que provoca generalmente un escalofrío en la gente. ¿Es tan catastrófica como nuestro miedo nos lo confiesa?. Además, la TORRE puede también significar, en un sentido restringido, un derrumbamiento de aquello en lo que creemos, pero sólo si lo concebimos en el sentido más amplio, sacando al Tarot del estrecho cuadro de los trozos de cartón en los cuales están impresos estos símbolos, pudiendo a continuación centrar el Tarot en el caso particular de aquel que lo «tira». Según los Tarot, esta carta se la ha renombrado como: «CASA DE DIOS «, «TORRE DERRUMBADA POR EL RAYO»… Pero nadie puede afirmar, después de un estudio atento de este arcano, que las esferas de color que parecen caer del cielo (o que suben hacia él), sean balas de cañón, o de granizo, o piedras de la TORRE, que, por otro lado parece perfectamente estable. Nadie puede afirmar de ningún modo que los personajes que están en la carta están haciendo… (¿Qué?. ¿Cabriolas?. ¿Quién detiene su caída?), se hayan caído del la susodicha Torre; nada permitiría afirmar con certeza qué es lo que se introduce en la cima de la Torre (la llamada cima se abre como una tapadera… ), sea un rayo o fuego o más bien un plumero o la lengua de un animal fabuloso ( ¿Ha dicho usted matorral ardiente?)…
De hecho, esta carta es típica de la ambigüedad del de Tarot , por así decirlo, a la manera de la posada española, del psicoanálisis, o de cualquier otro método de investigación personal, donde no es fácil encontrar lo que se aporta en ella: miedo de caer de lo alto, de la destrucción, de la muerte, de la derrota, pero también miedo de una eventual «limpieza interior», tal como lo ha traducido Pierre Rey en su notable obra: «Una Estación en Casa de Lacan».
La TORRE. ¿Qué casa puede ser igualmente Dios?. Quizá se trate de nuestro cuerpo, o de nuestro espíritu, asiento de la chispa Divina. Regenerarse, retornar al centro de sí mismo, puede ser una prueba terrible. En este caso, hay que examinar a los personajes de la carta que están cayendo. Pero puede ser también una fiesta. Nada falta para ello: cabriolas, confetis y este plumero divino que limpia nuestro organismo (material o espiritual) suavemente, como para preparar la llegada de un invitado inesperado. La torre se vacía en el interior para dejar paso a la inspiración proveniente de lo Alto. Pero aún es preciso para eso, que hayamos tomado consciencia de las «ventajas secundarias» de nuestras neurosis, con el fin de gestionarlas lo mejor posible.
Otra carta malquerida: El COLGADO. Aparentemente se observa en ella a un personaje colgado por los pies. ¿Carta de prueba, de obstáculos?.
Seguro, pero también la de la reflexión, la de la espera. El nudo que “sujeta” al personaje en cuestión es muy flojo. De hecho, podría fácilmente liberarse de él. Ser libre, ¿no es, acaso, tomar consciencia de sus cadenas?. El hombre está inmovilizado por las convenciones, por su pasado, o porque se trata de una etapa necesaria para su evolución. Algunos ven en esta carta la del karma y la de las vidas anteriores, del peso de nuestros pecados pasados que estamos condenados a expiar en esta vida. Está es una visión un poco simple y limitativa del Tarot y de sus fantásticas posibilidades. El COLGADO revuelve, pues estamos en una sociedad en la que todo debe de ir rápido, donde las pruebas y los obstáculos son raramente considerados bajo el ángulo de un fermento de la acción y, por regla general, de toda posibilidad de evolución. No obstante, es cierto que el título de la carta se debe, para mucho,s a la repulsión que inspira. Pero conviene ir más allá de nuestras aversiones, afrontarlas cara a cara para definir y asumir lo que somos, y adonde queremos ir. En este sentido, parece que el propio nombre de la carta sea una pista. Nos
provoca, nos interpela, nos obliga a reaccionar para saber qué es lo que nos «bloquea».
Fijémonos ahora sólo unos instantes sobre El DIABLO, otro malquerido de el Tarot. ¿Es tan diabólica esta carta como quiere indicárnoslo su título?. Observando sus manos y pies en garras, estaríamos tentados a responder que sí. Pero este diablo ofrece, a nuestro parecer, un rostro más bien bonachón. Está subido en la cima de un objeto que se parece mucho a los postes de amarre de los barcos. La parte esférica, en la que están situados sus pies es de color carne, mientras que las dos criaturas que están atadas bajo sus pies están unidas por un cordón del mismo color a la base de color rojo. Estos dos seres, cuya expresión por lo demás parece más bien sonriente, poseen un rabo y dos orejas de fauno. Su frente ésta ceñida por una banda roja, que en la cual están fijados los cuernos de animales (o ramos). Los llamados cuernos son de color marrón oscuro. El «DIABLO» posee dos alas de murciélago azules y parece tener en la mano la hoja de una espada. Su cráneo está recubierto por un extraño sombrero color oro, que posee igualmente unas «ramas». Bizquea y está vestido de forma ridícula ostentando unos falsos senos. En cuanto a su sexo real, es difícilmente definible, desvelando esta parte de su anatomía una equívoca transparencia a través de un postizo azul.
En resumen, este diablo y se parecería más bien a un personaje de comedias del arte, injuriosamente disfrazado y que da más risa que miedo. La suma de sus cifras nos conduce a la carta VI, la de los ENAMORADOS. En un sentido, su significación no está muy alejada de la del AS DE BASTOS, y podría revestir el sentido de un deseo bruto no trabajado. Carta de los impulsos primarios. Pero como ya hemos sugerido, el Tarot no ofrece sino respuestas binarias. Estamos en presencia de un juego maniqueo. Cada carta posee realmente en sí misma el blanco y el negro… pero igualmente todos los matices intermediarios.
Aunque este capítulo está consagrado a una «desdramatización» de las cartas juzgadas “negativas”, veremos más tarde que una » negativización» de los Arcanos «positivos», es completamente necesaria para una buena comprensión del Tarot… y de nosotros mismos.
¡Usted rechaza al diablo!:
Puede tratarse de un rechazo masivo de la sexualidad, de toda la parte animal de su ser. En este caso, se impone una lectura o relectura del «Mono Desnudo” de Desmond Morris. El autor, célebre zoólogo, examina en él a la especie humana como perteneciente al reino animal, analizando las similitudes de los comportamientos entre el hombre y las razas de primates, de las que ha surgido y a las cuales pertenece, para despecho de sus detractores. El rechazo de la sexualidad es también el rechazo de la vida, las cuales están totalmente mezcladas. En este sentido, tal problema puede necesitar un análisis completo por un especialista.
Pero el DIABLO puede igualmente interpelar una persona sometida a sus instintos, llevando una vida disoluta y experimentando una especie de
culpabilidad. Ella pondrá al inconsciente de una persona «en el filo de la navaja», porque va a asumir mal sus impulsos al no saber elegir su sexualidad. O la de una persona «torcida», que vive su vida de forma hipócrita, pérfida o falsa. Ni que decir tiene, que alcanzará a toda persona de educación estricta o marcada por la religión. Y chocará sin duda, por identificación, con todo individuo en situación de dependencia, sea frente a la bebida, a la droga, o frente otras personas. Alguien que no sabe decir «NO”, puede reencontrarse a través de esta carta y experimentar frente ella una situación de rechazo.
Después de esta exploración de las cartas que suscitan una antipatía primaria, nos es obligado viajar entre las «cartas secundarias», que engendran la reacciones más diversas. Una reacción violenta frente a las cartas de «la JUSTICIA», «la LUNA», «el JUICIO», «el LOCO», «el MAGO», o «el ERMITAÑO», no son demasiado corrientes, aunque tampoco raras.
La alergia al LOCO resulta en parte de una interpretación abusiva de la carta por profesionales del Tarot de todo tipo. En sentido estricto, esta carta significaría «el genio», y a la inversa… la locura. Reducir las sutilidades en el Tarot a esta dualidad draconiana, equivale en a resumir la física cuántica a las extrapolaciones (ciertamente apasionantes) Fritjof Capra y de Jean Charon…, por decirlo de algún modo.
Una vez más, limitémonos pues, a conocer los límites de la condición preliminar para poder intentar superarlos, es decir, a la observación objetiva de la carta o, por lo menos, a la menos subjetiva posible. Un hombre, apoyado en un bastón amarillo va por un camino del mismo color. Lleva zapatos rojos y un pantalón azul. Su vestido, rojo, está sujeto por un cinturón de color oro. Una de las mangas es del mismo color. Rodeando el rostro y coronando la cabeza, un extraño peinado, igualmente amarillo oro, que parece más bien el casco de un guerrero y un sombrero rojo de bufón que parece confirmar una bola roja en una de las extremidades del tocado. Está mirando hacia el cielo y lleva en la punta de un palo, un saco de color carne. Señalamos, no obstante, que lleva este saco de una manera extraña. Su mano izquierda agarra el palo, curiosamente transportado sobre el hombro derecho. Trate de hacer lo mismo en tal posición y cuéntemelo.
Detrás del LOCO, un animal, que se parece extrañamente a un gato, pone sus patas en un objeto color carne que sobrepasa el pantalón (¿o lo empuja contra el vestido?). ¿Se trata de alimento que trata de coger de la parte posterior del LOCO, de una zona de donde parece que está roto el pantalón aunque no exista ninguna traza de rotura?. ¿Empuja el animal al hombre hacia delante, o por el contrario lo retiene?.
La repulsión frente al LOCO resulta muchas veces de una falta de confianza no sólo en sí mismo, sino en la generosidad de la vida. Azota a latigazos a una persona que ignora dónde va, cuya existencia está desequilibrada, que no se atreve a nada y que reprime sus ganas de vivir. Marcará igualmente a aquellos que se imponen como «machos cabríos emisarios» y manipulan los demás desde una posición de víctima.
Llevándola hasta el límite, la carta del LOCO puede tetanizar a aquellos que tienen miedo de hundirse en la locura, o que esperan todo de los demás sin dar nada a cambio.
La JUSTICIA es una de las cartas más «simples» del Tarot. Se trata de una mujer (o de un hombre, porque no está muy claro…) ataviada con un vestido rojo, con ribetes amarillos alrededor del cuello, recubierto con una capa azul. Sostiene con aire indiferente una espada amarilla que parece unida a un asiento del mismo color, como la tiara que lleva en la cabeza y como la balanza que sostiene con su mano izquierda. Será rechazada, en primer lugar, por todos aquellos que experimentan un miedo visceral del orden, de la administración, de la justicia. El trabajo sobre esta carta, bajo este ángulo, deberá acompañarse de una reflexión sobre las cartas que traducen la autoridad paternal. Pero la JUSTICIA puede descolocar a una persona para la cual toda elección resulta dolorosa. O la que no parece dar un paso sin pedir el apoyo de los demás, sintiéndose en estado de culpabilidad perpetua.
La carta de la LUNA es extraña. En el fondo de un estanque de aguas azules, limitado, por un lado por una orillas en forma de trapecio, y por el otro por rocas que representan formas animales, una especie de langosta, también de color azul, parece estar alerta con las pinzas dirigidas hacia lo alto. En el lado simétrico del estanque, dos animales color carne parecen jugar con las gotas multicolores que caen, o que suben hacia arriba, al Sol. Los dos animales se parecen a perros chinos completamente desprovistos de pelos. Más lejos, se ven dos torres amarillas.
Esta carta toca a los miedos inconscientes y puede perfectamente cristalizar la angustia latente de un individuo. No especialmente «amigable», tampoco está lejos de parecer francamente hostil. No contentará fácilmente a aquellos que temen el surgimiento de su YO real, oculto por toneladas de falsos semblantes. Las personas que desconfían de su imaginación rechazan su parte de sueños y de juego. Interpelará igualmente a todas aquellas o aquellos que desean fundar un hogar, tener un hijo, y que no consiguen concretizar sus deseos. Hará gesticular a todos aquellos que identifican esta carta a las ciencias ocultas (lo que está oculto) y experimentan enfado, y hasta angustia.
Si el MAGO descoloca, su nombre no resulta extraño en él. Recuerda al intrigante, al comerciante de ilusiones de las ferias de antaño. Tramposo y falseador quizá, ¿pero quién no lo es de vez en cuando?. Al integrar el Tarot todos los aspectos de la vida, es lógico que éste, esté también representado. Pero una vez más desconfiemos de toda simplificación preLOCOura. El personaje principal -posiblemente un hombre, lo que no es seguro… se presenta ante nosotros vestido de Arlequín. Una de sus perneras es azul y termina en un zapato rojo. La otra, roja, acaba con un zapato azul. El abdomen, hasta el ombligo, está dividido entre estos dos colores, rojo a la izquierda, azulada derecha. En la mitad del cuerpo, un cinturón amarillo. La parte alta del cuerpo está vestida con estos dos colores fundamentales, pero esta vez, invirtiendo su polaridad. Observemos que estos dos colores están repartidos de forma de desigual. Predomina el azul en la parte baja y el rojo en la parte alta. La región de los brazos se divide en tres colores: rojo, amarillo y azul. El rojo se encuentran arriba a la izquierda (del MAGO) y abajo a la derecha. El hombre lleva un sombrero de alas caídas (no vamos a entrar aquí en simbolismo freudiano barato…) amarillo en su centro, rojo en los lados. Tiene en su mano derecha una pequeña bola amarilla y la izquierda una varita del mismo color. Mira hacia abajo. Sus cabellos, aunque parecen amarillos, son blancos, con mechas amarillas. Ante él se encuentra una mesa de color carne en la que no se ven más que tres patas. Sin embargo, la extremidad de la mesa, al no ser apenas visible (¿hasta donde se prolonga?. ¡Misterio!), no permite en absoluto afirmar que esté desequilibrada… ¡Más bien lo contrario!.
En esta mesa hay diversos objetos. Dos dados: uno lleva la cifra 5 y el otro la cifra 1. Si les sumamos (aunque no estuviésemos obsesionados por la numerología, que no es más que uno de los múltiples filtros aplicados en el Tarot), obtendremos el 6, lo que nos reenvía a la carta de los ENAMORADOS. A menos que el 1 y el 5 no nos manden a la carta XV, la del DIABLO. O que nos indiquen una similitud entre el MAGO y el PAPA (carta V). En todos los casos, debemos dirigirnos a las cartas duales, en las cuales un personaje principal se enfrenta a dos caminos, a dos seres diferentes. Una vasija cilíndrica de color oro. Un cuchillo de mango azul. Un objeto del mismo color, relativamente indefinible. Un trompo (o un peón) rojo. Un cubilete del mismo color. Tres objetos ovales de color amarillo, que parecen unidos (¿dinero, alubias, átomos?), 2 objetos ovales igualmente escindidos y un cesto de provisiones.
¿Que quiere hacer el MAGO con todos estos objetos esparcidos?. ¿Es que no sabe por dónde empezar?. A menos que no esté preparando, con estos sencillos objetos, algo extraordinario a su manera… Todo es posible. Todo está abierto. Está permitido imaginar cualquier cosa. Siempre a condición que en el momento de la tirada no sea ya la imaginación quien hable, sino más bien la lógica intuitiva, la que nos une a nosotros mismos y al otro por un conjunto de coincidencias significativas.
Temer la presencia del LOCO en un juego de cartas podría muy bien revelar una ausencia del dominio de sus posibilidades, una explotación demasiado parcial del potencial humano. O una vergüenza a acuñar sus dones, su valor personal. Tal actitud puede igualmente traicionar una irresolución visceral. La persona es incapaz de decir entre las múltiples posibilidades que se le ofrecen. Lo que no significa que un individuo que se encuentre en este caso, sea necesariamente «impactado» por el MAGO. Es necesario para eso que se añada a ello una buena dosis de auto-culpabilidad.
El ERMITAÑO es igualmente una de las figuras sencillas del Tarot. Un hombre barbudo, que tiene un bastón curvo de color carne, se ilumina con una lámpara amarilla, que tiene una de sus aristas roja. Lleva un vestido rojo, que cubre parcialmente con una capaz azul. Su capucha rojo cuelga encima de su capa, de la que un faldón medio levantado deja ver el interior de color oro. Fijémonos un poco más en esta carta, sencilla simple vista, y descubramos las «anomalías». Por ejemplo, es curioso que los faldones de la capa se levanten solos, especialmente a nivel del cuello. La mano que lleva la lámpara, ¿es realmente la del ermitaño?. No parece estar unida a su cuerpo. En este caso, esta mano guiaría al ermitaño, aunque no le iluminaría el camino… Otra «curiosidad»: Esta mano, tal como está colocada, se parece mucho al cuerpo de una mujer desnuda. ¿Podríamos tener ante nosotros a un falso devoto que, bajo o la apariencia de la religiosidad, no piensa más que en el sexo?.
La retirada frente al ERMITAÑO es más corriente de lo que se piensa. Resulta la mayor parte de las veces de un miedo a la soledad, pero también de incapacidad de representar el papel de guía, de iluminador, papel que la persona, por orgullo, rechazará representar como para no desempeñar más que el que sigue humildemente. Podrá inquietar a toda persona susceptible de entrar en un camino que no ha escogido verdaderamente, pero que fue decidido por ella.
No es raro que uno se sienta en estado de debilidad, de disgusto ante el JUICIO. En principio, nada hay que temer de este ángel bonachón, de cabellos rubios que posee igualmente alas en la cabeza. Lleva un hábito blanco con manchas rojas y se rodea de una nube azulada. Su cabeza está tocada por una aureola blanca. De la nube salen rayos amarillos y rojos. El ángel lleva una trompeta dorada, que tiene un banderín blanco, sobre el cual se recorta una cruz color oro (esta es la única carta del juego donde está representado el símbolo del cristianismo). Por debajo de él, tres personajes desnudos están rezando. Uno de ellos está de pie en una especie de balsa. Parece, de acuerdo con su peinado, que se trata de una mujer, pero está de espaldas. A su izquierda una mujer, a su derecha un anciano. Los tres tienen los cabellos azules.
El rechazo de esta carta implica un miedo a las miradas de los demás, una angustia real de encontrarse desnudo, bien sea del alma o del cuerpo, frente a la observación del prójimo. Pero puede también significar un rechazo de sus intuiciones, sacrificada a una lógica que no es siempre buena consejera.
El rechazo de la EMPERATRIZ está unida a un miedo de su feminidad. O de la mujer.
El rechazo del EMPERADOR a la aprensión del hombre. O de su propia virilidad.
Estas cartas a están muchas veces unidas al PAPA y a la PAPISA, cuya repulsión traduce un problema en relación a la autoridad paterna. Precisemos siempre nuestro pensamiento, para no dar de lado a las críticas fáciles: No afirmamos que estos problemas sean los únicos unidos a las susodichas cartas y que una interpretación «negativa» deba necesariamente ir en ese sentido. Expresamos solamente que sólo estos sentimientos nos parecen, en aquellos expresados por estas cartas, de naturaleza suficiente para provocar una repulsión brutal.