Los cristales como vitaminas energéticas

Tengo la costumbre de decir que los cristales son vitaminas energéticas que no necesitan ser tragadas para sentir su efecto. Basta tenerlos cerca de uno mismo, de preferencia en el lugar más indicado para la propia naturaleza y función.

Los cristales no curan y no resuelven nuestros problemas, si bien a veces hasta lo hacen. Nos dan la energía necesaria para que, si realmente queremos y a fuerza de voluntad de nuestro Espíritu, podamos curarnos y resolver todos los problemas.

Debemos utilizar los cristales, pero no depender de su energía. Hay gente que dice: «No sé vivir sin mi cristal»; otras abren la bolsa y sacan sus ochenta y nueve cristalitos, uno para cada momento del día. Es importante saber usarlos, sin apegarse ni proyectar en ellos nuestro éxito y felicidad. El éxito y la felicidad están en nosotros mismos, lo que falta es la fuerza, el amor y la consciencia para alcanzarlos.

Cuando queremos brillar en esta vida, pero no tenemos energía suficiente, los cristales son de excelente valía como vitaminas energéticas, alimentando nuestra capacidad de disfrutar todas las posibilidades.

Por ejemplo, una persona que quiera realmente salir de una determinada circunstancia, pero no tiene fuerza para ello, podrá usar una granada para dar el impulso necesario, para lograr la ruptura del condicionamiento y de los hábitos y la proyección hacia lo nuevo.

Una persona que busque, de corazón, un compañero, pero no consigue amarse a sí misma, usando un cuarzo rosa podrá sacar a la superficie sentimientos y traumas guardados en el inconsciente, para, así, perdonarse, reconquistar su autoestima y abrirse a las relaciones, atrayéndolas hacia sí.

Sin embargo, si nos mantenemos en la duda, en el «alto del muro», ahora queriendo crecer, ahora entregándonos a los deseos, ansiedades y miedos de nues­tro personaje, con el alma vacilando entre servir al Espíritu o al ego, los cristales poco podrán ayudar. Aun así, y hasta en los casos de total sumisión al ego, pueden servir como «aspirinas» energéticas, mejorando el «dolor de cabeza», pero, desgraciadamente, sin resolver el motivo del mismo.

También es muy importante tomar consciencia de que los cristales pueden ayudar tanto como perjudicar, de acuerdo con las energías que emanan y aque­llas que necesitamos. Si la persona es agresiva, no debe usar una granada; ya para la pasiva, la granada será de gran ayuda, al contrario de la amatista, que solo aumentará su pasividad. Si la persona es muy mental, no debe usar un citrina y sí un cuarzo rosa para desarrollar el emocional; la persona emocional, necesitará del citrina para mayor claridad y encauzamiento de las emociones.

De modo general, es un absurdo que la persona use el cristal de su signo astrológico, como vemos tanto por ahí, pues solo estará ampliando lo que ya es. Debería, sí, buscar lo que le falta, usando un cristal justamente de signo opuesto al suyo, que es donde residen sus mayores carencias y necesidades.

Es un error típico del personaje querer ampliar sus cualidades, intentando esconder y anular las dificulta des para no mostrarlas a los otros y, sobre todo, a sí mismo. De ese modo, la persona se aísla en sus aptitudes y talentos, dejando de lado la verdadera totalidad de la vida.