Los Mazos del Tarot

Cualquier mazo de Tarot puede utilizarse para la adivinación a con­dición de ser nuevo, usarse única y exclusivamente con este fin, no prestarlo nunca a otras personas y ser de un diseño que no induzca a confusiones. Estas exigencias nos obligan a hacer algunas aclaraciones.

En primer lugar, todos los fenómenos parapsicológicos (entre los cuales la adivinación figura en un lugar destacado) se basan en la existencia de algún tipo de soporte de carácter psíquico que sirva de medio para su producción. Este soporte ha recibido innumerables nombres a través de la historia y en las diversas civilizaciones, entre los cuales podemos mencionar los siguientes: Chi, Prana, Mana, Od, Orgón, fluido magnético, energía psíquica, fluido astral, energía psicotrónica, bíoenerqía etc.

Esta energía, o fluido, que sirve de soporte para la producción de los fenómenos para psicológicos y mágicos, podemos compararla con un gas denso e invisible (para las personas normales) que penetra y envuelve a los seres vivos, pegándose a cuanto toca y adquiriendo ca­racterísticas personales en cada uno de nosotros, características que varían también según el estado de ánimo del momento.

Cuando tocamos un objeto, además de nuestras huellas dactilares dejamos impresas nuestras huellas psíquicas. También debido a ello existen personas a cuyo lado nos sentimos como reconfortados, mientras que hay otras que nos cargan o nos agotan con su mera presencia.

Con lo dicho -que si no es científicamente exacto sirve al menos para entender lo que sucede en la práctica- comprenderemos por qué el Tarot empleado para la adivinación debe adquirirse nuevo y precintado y sólo puede emplearse para dicho uso, dejando que sea nuestro fluido el primero que lo cargue, convirtiéndolo así en parte constituyente de nosotros mismos, en una especie de prolongación de nuestro psi­quismo, de nuestro sexto sentido.

Ésta y no otra es la razón de que cuando se utiliza un T arot nuevo que todavía no ha sido cargado, o el de otra persona, los resultados nunca son tan buenos como cuando se usa el Tarot acostumbrado, que ya está cargado completamente.

Al adquirir el Tarot para su uso en adivinación, debe examinar bien los modelos existentes en el mercado, que son muy variados tanto en dibujo como en colorido. En un primer examen debe eliminar todos aquellos cuyo dibujo se aparte excesivamente del prototipo clásico, pues muchos de los modelos existentes inducen a confusión sobre su verdadero significado, e incluso existen algunos que contienen un resumen adivinatorio que no siempre es el correcto. Hecho esto, debe tomar cada uno de los Tarots que le parezcan adecuados y sostenerlo unos instantes en la mano, con lo cual comprobará que uno de ellos le es más simpático, se pega a la mano. Éste es el Tarot que debe adquirir, y lo ideal sería usar siempre el mismo.

Algunos autores afirman que lo primero que se debe hacer es consagrar el Tarot e incluso adjuntan el ritual para hacerlo. En nuestra opinión, una consagración efectiva no la hace quien quiere, si no quien puede. Si usted puede, ya sabe cómo se hace, no necesita que se lo expliquen; y si no lo sabe es que no puede. Pero no se preocupe, más adelante ya verá como el Tarot se carga con su energía psiquica sin que prácticamente ni usted mismo se dé cuenta.

Para guardarlo mientras no se usa debe utilizarse una caja de madera construida exprofeso, pero antes de colocarlo en su interior debe envolverlo en un paño de seda de color morado, y luego guardarlo todo en el armario del consultorio, donde deberá permanecer siempre que no se utilice.

El paño puede ser de hilo o de seda, preferentemente de seda, pero nunca de tejidos sintéticos o de mezclas con estos últimos, que suelen ser malos conductores del psiquismo. También bastaría que su color fuera pasivo y receptivo: azul, añil, víolado o negro; pero si se ha comprendido bien el simbolismo de los colores deberemos inclinarnos por el violado (azul + rojo: devoción y sentimiento), el color de Urano, el planeta de la intuición; o todavía mejor por el morado, que es un violado más oscuro, más devocional.

Si se adquieren varios mazos a la vez para asegurarse de que no fal­ten nunca, se envuelven igualmente en paños de seda del mismo color y se depositan en el armario, donde, aunque muy lentamente, se irán cargando solos con la atmósfera psíquica que se crea en el consultorio.