Los niños Aries

Los niños Aries son exuberantes, juguetones, a veces impetuosos y encuentran dificultades si uno de los padres intenta reprenderles con modales bruscos y no con dulzura. Alienta mucha alegría de vivir, sienten fortísimamente el peso de la autoridad, pero hay que convencerles para que hagan algo, siempre con persuasión más que con órdenes. Debido a su energía pueden causarse con frecuencia heridas, romper vestidos, destrozar zapatos y pantalones. También a las niñas les gustan los juegos un tanto violentos; vivaces e indisciplinadas, los obstáculos que encuentran en el colegio son debidos a la conducta más que al aprovechamiento.
El niño nacido en Aries se hallará perplejo ante la decisión de lo que hará cuando sea mayor; por su carácter, se muestra enojado ante la pérdida desmesurada de tiempo y no le gustará realizar estudios muy prolongados, sintiendo por otra parte una intensa vocación hacia la medicina, la música, la dirección, el arte, todo ello comprometido y largo como tipo de estudio. Por lo general, escogerán después el camino que prefieren incluso en contra de la voluntad de sus padres. En el juego, en el trabajo, en las actividades infantiles demuestran siempre una carga excepcional de vitalidad, para caer después exhaustos, en un sueño muy profundo y regenerador. Sienten mucho amor por la naturaleza, son aventureros, exploran complacidos lugares recónditos, no temen a nada, los animales les causan admiración sin amedrantarles, incluso aquellos grandes y de especies poco conocidas. No tienen miedo a la oscuridad, a los extraños, son bastante descarados y no sienten ningún reparo por decir lo que piensan, aun encontrándose frente a personas que deberían infundirles respeto.
El pequeño Aries es, pues, el tipo capaz de responder abiertamente al maestro, al director, al superior, y decirle lo que opina sin ninguna preocupación. Muy sensibles, se conmueven si alguien tiene para con ellos un gesto de ternura. A pesar de que parezcan fríos y apartados, sufren si sus padres no tienen de vez en cuando un acto de amabilidad con ellos, si no encuentran el momento para mimarlos un poco, sobre todo si ven que este trato queda reservado para con otros hermanos. Necesitan afecto, a pesar de que nunca lo piden, amparándose en una fingida capa de dureza e indiferencia.