Una casa expresa siempre la personalidad de quien vive en ella, en las pequeñas y en las grandes cosas: desde la elección arquitectónica, si se construye su propia casa, al tipo de complementos y decoración de los interiores. Es bastante fácil reconocer la casa de un Escorpio típico; en primer lugar, si se trata de una casa propia, habrá otorgado una importancia primaria a los materiales: poco llamativa, pero de gran calidad; bastante sobria en el exterior, en conjunto no parece demasiado una gran casa y está proyectada para que tenga distintos espacios.
En el interior se utiliza mucho la madera, no clara, mejor el nogal, la caoba y la teca de color rojo oscuro. La combinación de los colores es inquietante, así como la elección de tapetes o cortinas no deja dudas sobre la originalidad de la persona que los ha escogido. Desafíe a cualquiera que tenga elementos Escorpio en el propio tema natal a que no utilice el color negro; la combinación de este color con otros opuestos es una fuente de gran satisfacción para estos tipos a quienes les gusta todo lo que es poco usual y que se adapta bien a sus gustos. Las paredes azul violeta y rosa pálido que se combinan con los montantes del mismo tono no dejan de suscitar comentarios («Muy bonitos, ¿cómo se te ocurrió?» o «Pero qué ideas…») por parte de los que entran en mi casa la primera vez. Y la enorme librería, toda negra, repleta de libros, destaca en la pared. ¿La elección de cuadros, grabados, fotografías, marcos? Si los Escorpio no se sienten inhibidos en sus gustos, algo por otro lado improbable, hacen lo que yo misma hice: escoger todo lo que me gusta para los contenidos, por lo que representa para mí, sin prestar atención a si en el salón ese grabado podría suscitar sobresaltos emotivos para los visitantes…
Es fundamental para todos los nativos de este signo el disponer de un espacio completamente personal: un escritorio, con la librería cerca y una lámpara o una pálida y cálida luz. Mejor todavía si se dispone de una vieja mecedora de madera, desde la cual poder escuchar el exuberante violín de Paganini.