El hombre nacido bajo el influjo de Géminis tiene una fuerte capacidad de sugestión y seducción, de la que el signo le ha dotado básicamente para convencer. Así, por su poder de comunicación hará que la elegida se sienta en seguida cómoda con él.
La tolerancia del geminiano es muy considerable, así como su capacidad para comprender los problemas psicológicos de los demás. Para él, si su pareja tiene conflictos interiores, tanto mejor: estará encantado de hacer de psicólogo, y cuanto más complejos sean sus conflictos interiores, más se empeñará en ayudar a desenredar la madeja.
Posee una manera de hablar muy desenvuelta, pero desdeña la precisión descriptiva y se toma considerables licencias con la realidad. En los peores casos se da el fenómeno de la mitomanía mercurial, que le inducirá a mentir aun sin la menor necesidad y, lo que es peor, a perder la cuenta y el control de sus mentiras, poniéndole en un aprieto cuando se le pregunte sobre algo que ya antes respondió y dé una versión distinta.
Estimulante y simpático, parece estar al día de todas las novedades del momento en música, política, moda, arte, etc. Muy dinámico, será difícil resistirse a él, invitará a cócteles, fiestas, bailes, funciones de teatro, centros deportivos, pues instinti-vaniente considera que del escenario o del ambiente depende su capacidad de seducir a la mujer elegida.
Pero lo que más suele conquistar a muchas mujeres es un hecho perteneciente al lado oscuro del geminiano: el presentimiento de que nunca lo podrá comprender y de que se trata de un verdadero peligro emocional que no las envolverá con su carácter, sino que se hará envolver por ellas. A veces esta característica llega al extremo de que el geminiano adopte a la mujer amada como madre y la asfixie como un niño tiránico.