Las personas pertenecientes a Geminis son personas eminentemente volubles, tal como describiera el poeta en el verso de Rigoletto «cual pluma al viento». Pueden ser fantasiosos, ilusos, excesivamente dependientes, románticos desbordantes de ternura, sensuales hasta la aberración, ingeniosos estafadores o magnánimos filántropos, a los que en un momento dado no les dolería regalar toda su fortuna para una causa noble, por más que minutos antes hubieran escatimado la propina al camarero que les sirvió el café.
Al nacido en el signo podemos definirlo ante todo como un «curioso», porque es precisamente este afán suyo el que determina todos los aspectos positivos y negativos de su carácter. Se interesa por todo y se preocupa siempre por algo o por alguien. La necesidad de desarrollar una actividad mental continua lo entretiene a menudo en la superficie de las cosas.
El aire, su elemento, lo lleva a frecuentes choques con la línea recta que para su propio camino buscan los demás, pues lo del geminiano es revolotear, girar en todas direcciones, subir y bajar sin que sea posible establecer lo que hará en el momento siguiente, ya que a su mente pueden acudir súbitas interpretaciones de sus problemas o de sus aspiraciones capaces de modificar en un segundo lo establecido durante largas semanas.
Propensos a depresiones y estados de ansiedad
Están sumamente expuestos a estados de angustia o ansiedad y a sufrir el acoso de recuerdos, imágenes y remordimientos que les mantienen eternamente nerviosos e irritables. Especialmente, el tipo más intelectual atraviesa períodos en los que se siente atormentado por una sensación de inestabilidad, de inútil pero incesante búsqueda de la unidad de su mente, condenada a una ininterrumpida paridad que llega a caer en una aberrante «auto-oposición», generándole dudas y concepciones intelectuales obsesivas. Tales estados pueden alterarle la salud. Es el signo que produce el mayor número de neurasténicos y alcohólicos, como puede verse en los Estados Unidos, país de máxima índole geminiana.