Forma y significado de la bola de cristal 1

Alejandro Magno fue acusado de utilizar el globo con fines adivinatorios para descubrir las cosas ocultas. Por el mismo motivo, Apuleyo fue acusado de practicar la magia negra. Y no hay duda de que, a lo largo de los siglos, espejos y esferas hayan estado relacionados con la brujería y a la magia negra. Hay que tener en cuenta, además, que antiguamente los espejos primero y las bolas de cristal después eran algo muy raro y, por lo general, muy costoso: por tanto, eran un privilegio casi exclusivo de unos cuantos magos o sacerdotes. Y eso ha supuesto siempre un motivo de temor para los demás, para aquellos que se veían excluidos de las prácticas adivinatorias; quienes, necesariamente, tenían miedo y a la vez se sentían atraídos por la lectura del futuro y por la comunicación con los mundos del más allá.
Cornelio Agripa, una de las figuras mas importantes entre los ocultistas, escribió al respecto algunos volúmenes interesantes y ejerció una gran influencia sobre la magia occidental. Fue él quien dijo qile la magia es «una poderosa y misteriosa facultad qiae aporta el conocimiento profundo de las cosas secretas». En su libro La incertidumbre y la vanidad de las ciencias alude a los espejos en términos concisos pero significativos. Cuenta, además, que muchas personas eran acusadas y condenadas por haber realizado poderosos sortilegios utilizando insólitos espejos; y que simplemente la sospecha de poseer una bola de cristal constituía el «pretexto» para una condena a muerte bajo la acusación de brujería.
Hasta místicos famosos fueron perseguidos por poseer bolas o espejos mágicos. Alrededor de 1600, el obispo de Verona fue condenado a la hoguera, acusado de brujería por un tal Martín de la Escala; toda la acusación se basaba en el hecho de que el espejo del obispo tenía grabada la palabra «flor», que, según el inquisidor, era seguramente el nombre del demonio.
El doctor John Dee, célebre por sus estudios sobre la Cabala, la astrología y la piedra filosofal. Para Dee la piedra filosofal estaba claramente relacionada con la bola de cristal, asegurando que el «cristal de roca» no era otra cosa que hielo convertido en materia en una transmutación natural. Llevó una existencia solitaria, a pesar de que vivió durante mucho tiempo en la corte de la reina Isabel y en la corte de Guillermo Orsini, señor de Rosemberg. Dee utilizaba a diario el globo de cristal para predecir el futuro de Inglaterra, pero también para evocar a los demonios y a los espíritus incorpóreos. Murió entre las llamas de su laboratorio alquímico, en un incendio provocado, según dicen, por personas desconocidas que le habían hecho la acusación anónima de brujería y nigromancia. El cristal del doctor Dee se conserva todavía en el Museo Británico de Londres.