Cómo conquistarlo

No sería exagerar demasiado si se aconsejara a la mujer interesada en conquistar a un sagitariano que se provea de mochila, cámara fotográfica, binoculares, tienda de campaña, cantimplora, linterna, mapas de carretera, horarios de trenes y de vuelos, y luego… ir tras él. Lo que ya resulta indiscutible es que con los sagitarianos no es posible que los de otros signos sepan a dónde irán ni lo que harán, pues aunque planear constituye uno de los pasatiempos preferidos del centauro, sus conclusiones siempre están sujetas a cambios intempestivos. Recuérdese que Mercurio ejerce sobre él su influencia de manera muy poderosa y que de hecho es el que lo impulsa a viajar poniendo alas en sus pies, pero también en su cabeza, haciéndolo sumamente inestable en todo, excepto en lo que considera trascendente, como es el amor definitivo. Sería un error mostrar (por lo menos al principio) celos o posesividad. Para él es muy tranquilizador ver que se le deja mariposear cuanto quiera. El resultado será que tan liberal actitud le parezca primero esplendorosa y luego inquietante, por lo que su interés se acrecentará.
Un consejo para estar siempre en armonía con el sagitariano:
Sinceridad, apertura, lealtad, claridad de palabra para decirle lo que se espera de él, porque tiene buena voluntad y si puede no dudará en dar gusto a quien quiere.
Es necesario disfrutar del deporte y practicarlo con capacidad competitiva. También es preciso actuar con desenvoltura y mentalidad emancipada, autónoma. De hecho la mujer ha de poseer el carácter suficiente para hacer el papel de amigo y prepararse para escuchar en cualquier momento tanto las frases de amor destinadas a la amada, como las frases crudas con que comentaría sus cosas con un camarada. Por supuesto, se le descubrirá una y otra vez preparando las cosas de tal manera que no quede más remedio que opinar como él y preferir lo que él elige. Pero a cambio de que se le permita manipular un poco ahora y algo más después, habrá también momentos en que compensará gustoso los pequeños o medianos abusos que se le hayan tolerado y el crédito que se le haya concedido a sus ideas.